Galapagar entierra a Pablo Iglesias: ni en el pueblo de su chalet logra éxitos

Pablo Iglesias no compareció en la noche electoral, un hecho insólito que ningún líder político acostumbra a hacer pero él, tan distinto en todo, hizo sin problemas. Probablemente se escapó rápido a su refugio serrano, ese chalet en Galapagar cuya polémica adquisición probablemente marcó el inicio del declive de su partido: un antisistema viviendo en una mansión de ricos no parecía un gran argumento electoral.

El escrutinio adverso en toda España, con mareas y confluencias saltando por los aires y Madrid en manos del centroderecha, resume ese declive. Pero hay un lugar que todavía lo hacer mejor: sí, Galapagar, el pueblo madrileño donde Iglesias y su pareja, Irene Montero, residen desde el pasado verano.

Allí las Elecciones Municipales han sido demoledoras para Podemos, que apenas ha logrado dos concejales, insuficientes para, sumados al PSOE, frenar la ola conjunta del centroderecha: 13 de los 21 concejales de esa Corporación son del PP (6), Ciudadanos (4) y Vox (3). La izquierda se queda en ocho, cinco del PSOE e incluso uno del partido improvisado por Errejón y Carmena, que presentó allí lista en el último momento, quien sabe sin con toda la intención.

Podemos es, por datos como éste, un hervidero de maniobras, con la de Monedero contra Errejón visible ya y tantas otras latentes. Desde Galapagar, las observa Iglesias, cuyo próximo movimiento puede escribir su destino: entrar o no en el Gobierno de Sánchez, ésa es la cuestión.