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El dilema de Sánchez que ha puesto ya en ebullición a Ferraz y al PSOE navarro

En la Comunidad Foral, donde la derecha ha concurrido unida, ha ganado las elecciones. Pero la llave la tiene la socialista María Chivite. Las dos "almas" del PSN ya están a la greña.

La líder del PSN, María Chivite, y su cúpula en la noche del 26-M.

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Pasadas las euforias y las decepciones de la noche electoral, 24 horas después llega la hora de los análisis más exhaustivos y de las cuentas. No en vano, varias comunidades autónomas y los principales ayuntamientos, como Madrid y Barcelona, se van a decidir gracias a la geometría variable de los pactos postelectorales.

Los principales partidos han reunido ya este lunes de urgencia a sus ejecutivas con el protocolo habitual en estos casos, primer repaso a los números y designación de sus respectivas comisiones negociadoras. Y en Ferraz, se ha abierto ya la primera gran incógnita con una decisión de mucho calado: el futuro institucional de Navarra.

Navarra Suma, la coalición integrada por UPN, PP y Ciudadanos, -la única autonomía en la que Casado y Rivera concurrían unidos- ha ganado claramente las elecciones al Parlamento de Navarra con más de un 36,5% de los votos y ha obtenido 19 escaños. En 2015, UPN obtuvo 15 parlamentarios, el PP 2 y C's no logró representación en la Cámara.

De esta forma, cuatripartito nacionalista que preside aún Uxue Barkos ve la puerta de salida en Navarra, en gran parte por culpa del batacazo de Podemos, que pierde 5 escaños y más de 30.000 votos. ¿Se despide o no? La decisión está en manos de Pedro Sánchez, ya que nadie duda en el PSOE que una decisión de tal calibre será adoptada en Ferraz y no en Pamplona.

La opción de gobernabilidad más estable y segura para el actual marco constitucional es una alianza de la coalición liderada por el regionalista Javier Esparza con el PSN, la segunda fuerza con 11 asientos en el hemiciclo. Juntos sumarían 30 parlamentarios, cuatro por encima de la mayoría absoluta, los 26.

Sin embargo, la líder regional del PSOE, María Chivite, ha asegurado en los últimos días que van a ser coherentes con lo que dicho durante la campaña electoral y que no le darán los votos a Esparza. La opción b es que Chivite, con el aval de Sánchez, sea presidenta si alcanza un acuerdo con Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra y si logra además la imprescindible abstención de Bildu, para quien Navarra es objetivo prioritario.

Una operación exitosa para Chivite pero con indudables riesgos para el PSOE nacional por las veleidades anexionistas de la coalición populista-izquierdista-vasquista. Las tradicionales dos almas del socialismo navarro están ya en ebullición y Sánchez tiene sobre su mesa uno de los más complicados dilemas del 26-M.