La "semana horrible" de Marlaska: los tres borrones que le han dejado acorralado
Días negros para el ministro del Interior en funciones: dos terribles homenajes impunes a etarras, la Fiscalía investiga el acoso a Cs en el Orgullo Gay y rebelión policial a la vista.
No se puede decir que esta última semana de uno de los ministros con más glamour del gobierno bonito en funciones haya sido una de las mejores de su breve paso por el gabinete Sánchez. Y es que en estos últimos días, al titular de Interior Fernando Grande-Marlaska, le han llovido desde todos los lados.
Malas noticias desde Bruselas, con expediente incluido por no abonar retribuciones a los guardias civiles. Malas desde el colectico de víctimas de ETA, en pie de guerra por los dos últimos ongietorris a dos sanguinarios terroristas.
Malas, también, desde la Fiscalía, que investiga el acoso a Ciudadanos en el desfile del Orgullo Gay, un escrache a raiz de sus polémicas palabras contra el partido de Albert Rivera.
Y muy malas, por último, desde los sindicatos de la Policía Nacional, hartos de los incumplimientos de Marlaska con la equiparación salarial. Y por, es textual de los agentes, su "falta de respeto".
El homenaje en Oñate al secuestrador de Ortega Lara, Xabier Ugarte, ha levantado ampollas entre las víctimas y los partidos políticos.
A pesar de este evidente declive, la designación del juez de la Audiencia Nacional fue un auténtico bombazo a la llegada de Sánchez a La Moncloa tras la moción de censura. No tanto por su nombre, sino por su perfil. Siempre estuvo vinculado al PP y, de hecho, a propuesta de partido entonces de Mariano Rajoy accedió como vocal al Consejo General del Poder Judicial.
En la Policía y la Guardia Civil existe cierta sensación de desencanto con su jefe. Fue recibido con entusiasmo. De hecho, es uno de los pocos titulares del cargo con experiencia en el trato con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Y su papel valiente contra ETA le avalaba.
Todo eso, como el propio Marlaska, ha quedado achicharrado en los pocos meses que ha ocupado el despacho de la sede ministerial en la madrileña calle Amador de los Ríos. PP y Ciudadanos exigen su dimisión, sus subordinados en la Policía le han declarado la guerra y su imagen ha quedado considerablemente dañada.