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El aviso de Pablo Casado a Núñez Feijóo: en su poema no caben versos sueltos

El presidente del PP ha hecho un gesto claro al de la Xunta de Galicia para que tome nota de cómo va a ser el partido. No caben disidentes ni aspiraciones personales.

El aviso de Pablo Casado a Núñez Feijóo: en su poema no caben versos sueltos

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Javier Rodríguez

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Alberto Núñez Feijóo sí quería suceder a Mariano Rajoy y a éste, más partidario de Soraya que de Casado hasta extremos indisimulados, le agradaba la idea. Más que la de Ana Pastor, también citada en aquellos tiempos de mudanzas, mociones de censura, adioses y pulsos internos.

Lo que no tenía gana es de pelea, con nadie, ni siquiera con la hasta poco antes vicepresidenta del Gobierno, su mayor enemiga interna: buscaba una especie de aclamación o, todo lo más, un pulso ganador contra un único adversario, reuniendo tras de sí al resto de iconos del PP. Soraya contra Feijóo, y todos los demás, especialmente Cospedal, con el presidente de la Xunta.

Pero algo falló y ni se produjo la aclamación ni se vio con ganas o fuerzas de concitar tanto consenso en su favor: le pasó un poco como a Susana Díaz tras la dimisión de Rubalcaba.

El paralelismo con Susana Díaz

La socialista buscaba una especie de fervor unánime y se topó con que el aparato le sacó a Edu Madina y ella, como el gallego, prefirió dar un paso atrás, poner a un desconocido en su nombre, presentarse a las autonómicas y ya desde la presidencia de Andalucía, desembarcar en Ferraz.

El resto de la historia de Susana es conocida: ese don nadie al que prestó sus avales era un tal Pedro Sánchez, que al recibir el regalo de los galones de general socialista, optó por quedárselos. Y así hasta hoy, con uno en La Moncloa y la otra en la oposición, con el cadalso preparado por Ferraz para quitarla de en medio definitivamente.

Feijóo ha quedado desdibujado a la vez que Casado se reforzaba y ahora tiene un horizonte lleno de incertidumbres

Con Feijóo no llega la historia a esos límites, pero el paralelismo es evidente: se sentía el elegido, dio un paso atrás en el último momento y, desde entonces, ha vagado con la sensación de que se estaba perdiendo algo y de que el mundo, o el PP, le debían algo.

¿Quién era ese Casado para colarse, de repente, entre los grandes nombres del partido y aprovecharse del enfrentamiento a muerte de Soraya y Cospedal para quedarse con el botín?

Desde entonces, Casado no ha dejado de crecer, a menudo a golpes, y Feijóo no ha dejado de desdibujarse. De querer dejar la Xunta a no tener más remedio que volver a ser candidato para no quedarse fuera del mapa político: ese contraste no lo ha digerido bien, y se le nota. La última vez, en el peor momento.

Sobre el "soldado Sánchez"

El pasado fin de semana, tras la investidura fracasada de Pedro Sánchez, comenzaron las presiones a Cs y también al PP para que ayudaran al socialista con la excusa de "desbloquear" el país. Casado tocó a retreta para que todos dejaran claro que, bajo ningún concepto, saldrían en auxilio del soldado Sánchez. Sólo uno se salió del guión. Sí, Feijóo, partidario de no descartar esa opción si el PSOE ponía sobre la mesa un acuerdo serio.

Aquello supo a cuerno quemado. Afloraba la tensión existente entre ambos desde siempre, las cuitas pendientes y la sensación de que ahí hay un pulso pendiente que, tal vez, nunca llegue a librarse: el calendario sonríe a Casado; Feijóo no tiene ya fácil salida de Galicia y solo un Gobierno popular podría darle salida en una cartera importante.

Mientras, Casado, cansado de tragar, ha dado un golpe en la mesa. Su entorno cree que el presidente de la Xunta se está "quemando" y al líder del PP ya no le preocupan demasiado las antiguas familias. Su remodelación de la Ejecutiva popular es un gesto de poder.

Y el mayor receptor de ese gesto ha sido, precisamente, Núñez Feijóo: o han relevado a los suyos, caso de Marta González, destituida como portavoz del partido en favor del recién llegado Pablo Montesinos; o los suyos se han hecho casadistas, caso de los gallegos Jaime de Olano y Ana Vázquez, fichados para la Ejecutiva.

¿Qué pasará ahora? El pronóstico, aquí sí, es casi unánime: Feijóo deberá presentarse el año que viene a las Autonómicas, o antes si las adelanta por las tensiones en la izquierda gallega, donde tiene poco que ganar y mucho que perder. Casado, esta vez, estará más pendiente que nunca.

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