PP y Cs rompen los esquemas a Sánchez: el PSOE teme la alianza de centro derecha
Los socialistas acudieron al pleno extraordinario de este jueves con una actitud soberbia con respecto a Unidas Podemos. La atmósfera olía a repetición electoral. Los papeles están claros.
"Como dice (Rafael) Simancas, a lo mejor este debate iba de otra cosa", se malició Carmen Calvo bien entrada la sesión en el Congreso. No es que la vicepresidenta hubiera descubierto la pólvora en ese momento; sabía muy bien de antemano la número dos del Gobierno en funciones lo que se iba a encontrar en el pleno extraordinario forzado por la oposición -con la participación inestimable de Unidas Podemos- para recibir explicaciones sobre la crisis del Open Arms.
El motivo era lo de menos. Lo importante era tomar posiciones tras un mes de agosto en el que los principales líderes políticos han velado armas a la espera de qué les depara la cuenta atrás iniciada hacia el 23 de septiembre, el día en que se disolverán las Cortes y convocarán elecciones si no hay un acuerdo de investidura.
Y las posiciones quedaron claras. A los socialistas la doble derrota sufrida por Pedro Sánchez en julio no les ha servido como cura de humildad, sino todo lo contrario. Tanto Calvo como el portavoz del PSOE, Rafael Simancas, hicieron gala de un tono soberbio que dista mucho del que emplearía un partido que está buscando un acuerdo sincero.
Ambos se emplearon con saña contra Unidas Podemos, únicamente preocupados por la narrativa. "No se puede aspirar a pactar con el PSOE y sumar los votos al PP y a Ciudadanos para este aquelarre", les recriminó Simancas.
Pablo Iglesias observaba imperturbable la estampa, consciente de que el sanchismo tiene guionizado todo el recorrido hacia el 10 de noviembre. Y el de este jueves era un capítulo más. A su lado Noelia Vera, portavoz en el pleno extraordinario, era la que verbalizaba el enfado de las filas de un partido que horas antes se había enterado por la SER del contenido del documento de 300 medidas que Sánchez va a trasladarles para que le apoyen.
"Ya está bien de poner las mejillas", exclamó Vera, que reprochó a Calvo y Simancas su actitud "paternalista, prepotente y de superioridad moral".
En el otro lado del hemiciclo las posiciones también quedaron claras. El centro derecha también cree que habrá elecciones. Cayetana Álvarez de Toledo e Inés Arrimadas formaron una pinza para ahogar a Calvo. Como cuando la portavoz del PP le recordó que si existen concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla es porque las desplegó el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Concertinas, por cierto, que Fernando Grande-Marlaska prometió eliminar nada más llegar, continuó Álvarez de Toledo.
La melodía común en los discursos de una y otra portavoz, y la sintonía entre ambas bancadas, la del PP y la de Cs, fueron reveladoras. Incluso Álvarez de Toledo se permitió salir en defensa de Cs y recriminarle al ministro del Interior la actitud que tuvo con la manifestación del Orgullo.
Y fuero reveladoras porque, si bien la idea de una coalición electoral llamada España Suma es impensable en todas las listas al Congreso, de haber comicios en noviembre es muy posible que ambos partidos lleguen a acuerdos en el Senado y tal vez en algunas circunscripciones.
El PSOE, en otro signo inequívoco de que rumia una repetición electoral, aprovechó para empezar a azuzar el miedo a esa "coalición radical", como la llamó Simancas. Y en la que Calvo metió a Vox: "Se han hecho con la puerta de servicio de la ultraderecha", les recriminó a los de Albert Rivera.
De cara al 10-N el PSOE no teme a Unidas Podemos, pero sí algún tipo de alianza del centro derecha
Fue el único punto del debate en el que los socialistas dieron muestras de nerviosismo: de cara a unas nuevas elecciones, les preocupa más las alianzas que puedan tejer el PP, Cs y hasta Vox para aglutinar voto que Unidas Podemos. De hecho Unidas Podemos les preocupa poco.
Vox, por su parte, explotó el discurso contra la inmigración ilegal que tantos buenos resultados le ha dado, y la vinculó al crecimiento de la delincuencia, las violaciones y la pobreza de los trabajadores españoles.
Santiago Abascal fue el único de los principales líderes que decidió asumir en primera persona el debate. Los demás se reservan para la comparecencia que Sánchez deberá protagonizar en los próximos días en el Congreso para dar cuenta de los consejos europeos celebrados en julio. Siguiente capítulo.