Zarzuela avisa a Sánchez: Felipe VI no se dejará arrastrar por su estrategia
El monarca, que ya dio un toque de atención al presidente en funciones a principios de agosto, observa y espera para tomar su decisión: "No es el tiempo del Rey, es la hora de los partidos".
Si algo tiene claro el Rey en esta semana decisiva, según explican a ESdiario fuentes del Palacio de La Zarzuela, es que el Jefe del Estado va a seguir escrupulosamente su papel constitucional y que esperará a "ver y oír" antes de adoptar una decisión que marcará el devenir de las dos próximas semanas.
Especialmente escrupuloso va a ser en días tan determinantes, tras las críticas que Felipe VI recibió en su posado estival cuando se mostró partidario de que haya un Gobierno y que no se repitan las elecciones. Unas palabras por las que cosechó varios reproches desde diversos ámbitos.
En la mesa del despacho del Jefe del Estado hay varios informes y algunos borradores que le ha preparado su equipo sobre la primera decisión que se le avecina de forma inminente. Más aún, cuando parece que por fin Pedro Sánchez ha decidido salir de su letargo y acelerar en su ronda para salvar la investidura en el plazo previsto por la Constitución, o escenificar, como piensa la oposición, una falta de apoyos que obligue a Felipe VI a firmar el decreto de disolución de las Cortes.
"No es el tiempo del Rey, es la hora de los partidos", advierte la fuente antes citada ante la posibilidad de que el inquilino de La Zarzuela comience a preparar una nueva ronda de audiencias con los representantes parlamentarios, previa llamada a la presidenta del Congreso. "Lógicamente", añaden desde Palacio, "el Jefe del Estado está informado y escuchará los avances que el presidente en funciones haga o no en los próximos días".
En La Zarzuela manejan así un primer escenario. Que la ronda de Sánchez fructifique si Podemos acepta la nueva propuesta del PSOE. El candidato socialista, decidiría entonces ir a la segunda intentona sobre seguro, y entonces trasladaría sus intenciones a Zarzuela y a la presidenta de las Cortes, Meritxell Batet.
En ese caso, se da por casi segura una nueva ronda de audiencias de Felipe VI, enmarcada en el protocolo, que acabaría con un encargo revalidado a Sánchez para, como sucedió en julio, intentar la investidura. Con la presidenta del Congreso deberá Sánchez fijar la fecha del Pleno, siempre antes del 23 de septiembre, cuando vence el plazo de dos meses desde la sesión frustrada en julio.
Sánchez, este lunes, comunicando a la Ejecutiva Federal del PSOE sus planes para los próximas días. Planes de los que dependen también los pasos que el Rey puede dar.
El otro escenario para el Rey se presentaría en cambio si, como parece a día de hoy, Sánchez no recaba el plácet de Pablo Iglesias que desatasque la investidura. Entonces, el presidente tendrá que comunicar al Jefe del Estado su renuncia a ir al trámite parlamentario. Y Felipe VI se vería obligado a pulsar el botón de la repetición electoral del 10-N, ahorrándose el papelón de volver a hacer desfilar por Zarzuela a la decena de portavoces o líderes parlamentarios.
En cualquier caso, el Rey puede ver despejadas sus incógnitas este mismo viernes tras el acelerón de Sánchez. El presidente en funciones-candidato va a presentar este martes oficialmente su propuesta de 300 medidas con las que convencer a Podemos. De hecho, Ferraz piensa convocar horas después a los miembros de la comisión negociadora del partido morado.
El miércoles, el presidente del PNV Andoni Ortuzar espera a Sánchez en su sede de Bilbao. Y el socialista podría viajar también a Santander para rendir visita a Miguel Ángel Revilla. Ese mismo día, José Luis Ábalos y Adriana Lastra despacharán en el Congreso con Gabriel Rufián. También podrían hacer lo propio el jueves con Laura Borras (JxCAT), como insinuó Sánchez en agosto.
A esta vorágine de encuentros debería poner punto y final el definitivo cara a cara entre Sánchez e Iglesias. El de la fumata blanca o negra. Entonces, el tic tac de La Moncloa dejará botando la pelota ardiendo hasta el despacho del Rey. Y allí tendrá otra vez su dilema Felipe VI, de nuevo víctima en soledad de un bloqueo político que le tiene, constitucionalmente hablando, prácticamente maniatado.