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Ana Julia, antes de ser detenida: "Ángel, te quiero mucho. Mi perro está dentro"

Los guardias civiles dejan al descubierto en el juicio todas las mentiras y la capacidad de manipulación de la presunta asesina de Gabriel con el escalofriante relato de su arresto.

Un momento de la última sesión del juicio por el crimen del pequeño Gabriel

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"Tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel". Con estas palabras Ana Julia Quezada se daba ánimos a sí misma, según las escuchas realizadas en su propio vehículo. Una demostración inequívoca de su tremenda sangre fría, entre otras, como las que pronunció antes de ser detenida. que han quedado de manifiesto en el juicio por la muerte del pequeño Gabriel Cruz.

Así, los agentes de la Guardia Civil que realizaron el seguimiento y detención de Quezada han relatado este jueves ante el tribunal en su doble condición de testigos y peritos que la acusada tenía tierra en las manos cuando llegó a Vícar en su vehículo con el cuerpo del niño en el maletero y que no poseía medicamentos en su domicilio, lo que cuestiona la tesis de la autora confesa del crimen de que quería quitarse la vida.

Según el testimonio policial, Ana Julia abrió el maletero por orden de los agentes, momento en el que apreciaron que "tenía tierra en las manos" y en la "sudadera" a consecuencia de haber desenterrado el cadáver. "Lo primero que dijo cuando se le detuvo, cuando se le leyeron los derechos, dijo 'muy bien'; pero a continuación cuando se le fue arrestar dijo: 'Ángel, te quiero mucho, quiero a Gabriel y mi perro está dentro", ha explicado el agente.

Asimismo, junto con su compañero, ha descrito el reportaje fotográfico que se realizó de la acusada el día 11 de marzo desde que llegara a la finca de Rodalquilar, donde se la captó a 400 metros de distancia mientras sacaba el cadáver de la alberca, lo envolvía en una manta y lo introducía con dificultad en el maletero. "El cuerpo se le escurre y es cuando lo vemos bien", han señalado.

A partir de entonces es cuando la acusada inició un itinerario "ilógico" hacia Vícar hasta que fue interceptada antes de que entrara en el garaje de la vivienda de Quezada. "Se detiene el coche, se indica que pare el motor y entonces frena y se le indica que abra el maletero, con lo que se confirma que ahí está el niño".

"Tengo que llevármelo de aquí"

Los agentes han reiterado la ausencia de medicamentos en la vivienda de Vícar y han dado cuenta a preguntas de la Fiscalía de que en el coche apenas se encontraron cuatro blísters de diferentes tipos de tranquilizantes y una receta médica, lo que ha debilitado la tesis de Quezada de que tenía intención de quitarse la vida mediante la ingesta de pastillas al llegar a su domicilio, donde no se encontraron medicamentos de ninguna clase.

Del mismo modo, han ratificado la transcripción de las grabaciones captadas en el interior del vehículo de la acusada, en la que poco después de las 11,00 horas se decía a sí misma: "Tengo que llevármelo de aquí" y "se autoconsolaba" diciéndose "tranquila, Ana, no vas a ir a la cárcel".

El comandante Montero, integrante de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, ha trasladado al jurado popular, por su parte, que en la investigación desarrollada a raíz de la desaparición y posterior muerte violenta del niño de ocho años Gabriel Cruz cada día "que pasaba era una losa de realidad", al tiempo que ha destacado que fue "muy, muy, muy dura", ya que, según ha subrayado, "nunca se llegó a plantear que fuera un homicidio" porque barajaban un "secuestro".

"Fue muy intensa y creo que no hemos tenido un periodo tan prolongado de tiempo con días que no acababan nunca, turnos de 24 horas. Fue muy, muy, muy duro, con mil informaciones de todo tipo que hemos tenido que analizar", ha dicho a preguntas de la fiscal Elena Fernández, ante quien ha insistido en que "si se hubiera planteado un homicidio desde el principio no se hubieran dedicado al caso tantísimos recursos".

En esta línea, ha señalado que, desde un primer momento, se descartó que Gabriel se hubiese "perdido" y se planteó como una desaparición "muy grave" debido a su edad, ocho años. "Quedaba patente que teníamos que barajar la posibilidad de un secuestro, por lo que a pocas investigaciones se les ha destinado tantos recursos, dejando de investigar otras cosas y destinando a los mejores especialistas en todas las tipologías necesarias".

Quería ganar dinero con la tragedia

El comandante Montero ha descrito cómo fueron los días en los que "buscaban una llamada, ese contacto con la persona que pudiera tener retenido al niño porque no había nada que nos dijera que estaba muerto". "Pero nunca llegó", ha apuntillado para reiterar, en la misma línea que anteriores testificales de agentes implicados en la investigación, que fue tras la actuación de Ana Julia Quezada durante los días 2 y 3 de marzo cuando se "focaliza en ella".

"La investigación fue ya por otro derroteros y nos parecía bastante raro que fuera ella la que animaba a la familia a solicitar más dinero", ha apuntado al tiempo que ha precisado que los datos recibidos desde Burgos, anterior residencia de la procesada, "parecía verificar que estábamos ante una persona a la que le gustaba el dinero".

Así, ha indicado que los investigadores llegaron a pensar que, "además del hecho cometido", en alusión a la muerte violenta del menor, "quería ganar un dinero". "Parecía macabro pero parecía también que iba por ahí la cosa aunque no tuviera ningún sentido".