El "nuevo" Gabriel Rufián: de ogro del separatismo a "hombre de paz"
El portavoz de ERC, el más hosco y agresivo del Congreso durante años, ha dado un giro a su actitud. Es el "nuevo" Rufián, una incógnita con un papel clave en Cataluña.
Gabriel Rufián siempre ha engañado un poco. Incluso cuando era el protagonista de las broncas e imágenes más ruidosas del Congreso, aquellas con esposas o fotocopiadoras, fuera de los focos públicos ya era más gatito que tigre.
Lo dice un diputado en las antípodas ideológicas: "Es buen tío". Seguramente los espectadores de sus performances se llevan las manos a la cabeza al escuchar esas palabras, pero no las dice sólo una persona. Otro periodista político, que ha compartido plató con el líder de ERC en no pocas ocasiones, lo corrobora: "Tiene encaje y, al terminar, nunca pone una mala cara".
Pero todo eso, que antes parecía llevar en secreto, ahora lo pasea sin demasiados tapujos: lo mismo acude a una entrevista en la COPE que felicita a España, muy efusivamente, por ganar el el Mundial de Baloncesto. Y lo mismo confiesa que nunca renunciará a la independencia que reconoce, con otras palabras, que la vía unilateral está acabada.
El portavoz de ERC en el Congreso ha sufrido cambios relevantes en su vida personal, y le hayan afectado o no a su labor política, le han hecho madurar con seguridad. Tanto como para defender públicamente a TV3, la cadena de televisión pública catalana que no le entrevista desde hace meses e, incluso, emite con cierta frecuencia piezas informativas muy críticas con él.
Por sus "padrinos"
Y no se inmuta. Es frecuente verle retuitear los mensajes más feroces que recibe, como si no le importara o, de algún modo, le hicieran dudar. Quién sabe. Lo que sí es seguro es que se ha moderado y que esa pequeña metamorfosis no es casual: quiere ser la voz de Junqueras, tan soberanista como dolido por no ser capaz de convencer al resto de España, y tiene un papel decisivo en el gran reto inminente de ERC.
Que no es separarse de España, sino lograr que salgan de prisión los políticos presos del procés y, a más a más, echar a Puigdemont y Torra de la Generalitat. De lograrlo, tiene clara la hoja de ruta: el trono de Molt Honorable es técnicamente de Junqueras, pero el probable elegido para ese reto va a ser Joan Tardá, su precusor en el Parlamento, su padrino en esto tan raro de la política.
De momento, dejó la frase del día tras conocerse el adelanto electoral: "La gente está hasta los bemoles de nosotros", dijo. Y nadie se atrevió a rechistarle.