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¿Es violento el procés? Los datos y episodios que desmontan el mito pacifista

En el aniversario del 1-O, los CDR han desmontado la coartada pacifista del procés y dado la razón a quienes perciben rebelión y violencia. Pero hay más pruebas al respecto. Son éstas.

¿Es violento el procés? Los datos y episodios que desmontan el mito pacifista

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Rafa Rodríguez

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¿Hubo o no violencia? ¿Son los CDR una excepción cercana al terrorismo o una herramienta a la órdenes de la insurrección desatada desde las instituciones? ¿Se ha 'estirado' el Código Penal para lograr un objetivo político y poder meter en prisión preventiva a Junqueras y el resto de procesados por rebelión y sedición?

En el aniversario del 1-O, dos años después del clímax de un pulso al Estado de Derecho cuya última oleada arrancó en 2015, aunque las tensiones históricas se remontan más allá de la I República, repasamos el elemento clave del procés: si la violencia ha sido un ingrediente fundamental, como sostiene el Tribunal Supremo, o si el movimiento es genuinamente "pacifista", como mantiene el soberanismo con Quim Torra.

La violencia existió y miembros del Govern impulsaron revueltas y hasta amenazaron con los Mossos

¿Quién tiene razón? ¿Se ha forzado la máquina de algún modo? No, y mucho menos después de conocerse esta semana la sintonía entre Torra, Puigdemont y los CDR detenidos por preparar acciones terroristas con explosivos.

El concepto de violencia

La violencia, señala el exfiscal General del Estado, Eligio Hernández, no tiene por qué ocurrir en el mismo instante de la rebelión formal -en este caso la proclamación de la DUI- ni en el lugar exacto de esos hechos: el acoso a la Guardia Civil y la Policía Nacional, la utilización de los Mossos como 'ejército' del Golpe o la instigación de la población civil a enfrentarse con los Cuerpos de Seguridad son episodios de violencia evidentes y vinculados al 'Alzamiento'. Lo suscribe uno de los grandes fiscales de España, Ignacio Gordillo, en declaraciones reiteradas a Antena 3: "Claro que se puede juzgar a los acusados por rebeldía".

La propia juez Lamela lo resumió en un auto inicial demoledor de 19 páginas en el que se detalla con precisión la preparación de un Golpe democrático durante más de dos años, la activación de las muchedumbres, el uso de la Policía autonómica y el liderazgo en todo ello del Govern, directamente o a través de entidades muy vinculadas a él como Òmnium o la Asamblea Nacional Catalana, dirigidas por los ya célebres Jordis.

La magistrada, y después su colega del Supremo Pablo Llarena, argumentó desde el primer momento que los encarcelados sí cometieron violencia con sus actuaciones, al urdir una "estrategia perfectamente organizada" para lograr la independencia, al apoyar y alentar "movilizaciones tumultuarias" y "contra los funcionarios de Guardia Civil y Policía" y auspiciar al "brazo civil del levantamiento", en referencia a las organizaciones soberanistas ANC y Òmnium.

Son argumentos que, en lo sustantivo el Tribunal Supremo ha suscrito y que probablemente estén presentes en las sentencias para cada uno de ellos, que se conocerán a lo largo del mes de octubre y según todos los indicios serán muy severas.

La utilización de la violencia es uno de los requisitos que prevé la Ley en la comisión del delito de rebelión. La juez explicó que las defensas de los acusados han señalado que sus defendidos no están de acuerdo con la violencia y que "no han propugnado actos violentos". Sin embargo, la magistrada advierte:

"Olvidan con ello que, como ya se ha expuesto, los investigados urdieron una estrategia de todo el movimiento secesionista, perfectamente organizada y con reparto de papeles entre las autoridades gubernamentales, parlamentarias y asociaciones independentistas que llevaría a la celebración del referéndum del 1 de octubre y a la declaración de independencia aprobada en el Parlamento el pasado 27 de octubre".

Este dato es clave, según los juristas consultados para esta información por ESdiario. La violencia no es sólo el uso de armas y no tiene que serlo en el momento exacto en que se anunció la DUI en el Parlament. Puede ser antes y sin pistolas", explican.

Los cabecillas

Por ello, precisamente, la juez recordaba que "todos ellos" formaban parte del Gobierno catalán, que los acuerdos se tomaban "de forma conjunta", en "reuniones periódicas" y todos eran "conocedores" de las distintas actividades llevadas a cabo para llegar a la independencia, que "consentían y apoyaban". En este punto, precisa que lo que el Gobierno de Puigdemont respaldaba también incluía "movilizaciones tumultuarias organizadas".

La magistrada citó en su auto las "concentraciones y movilizaciones" promovidas por la ANC y Òmnium y recuerda que parte de los consejeros pertenecían a una u otra organización o a las dos.

La violencia no tiene que ser sólo con armas ni ocurrir en el mismo instante de la rebelión, en este caso la DUI

El brazo civil

Lamela explicó también que las citadas asociaciones actuaron como el "brazo civil del levantamiento auspiciado por las autoridades" del Gobierno catalán, que favoreció movilizaciones como las que tuvieron lugar los días 20 y 21 de octubre.

Respecto a las concentraciones que hubo esos días, señala que se produjeron mientras se desarrollaban una serie de diligencias de entrada y registro autorizadas por el Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona, cuando una "muchedumbre se concentró ante los edificios registrados".

La magistrada, una vez más, enlaza la casi perfecta sincronización entre la reacción de grupos organizados en la calle con mensajes públicos y decisiones formales de miembros del Govern, que incluso presumieron en público del papel que harían los Mossos en caso de tensión o de la prohibición de atracar a barcos destinados al apoyo logístico de los Cuerpos de Seguridad. Todo ello con nula discreción.

Recuerda las ocurridas en las consejerías de Economía, Exteriores, Gobernación, en la sede del PSC donde "se llegó a agredir a militantes socialistas", en la sede de la CUP y en la imprenta de Bigues i Riells. Todas ellas en Barcelona, además de las ocurridas en Sabadell mientras se llevaba a cabo un registro en el domicilio particular del jefe de Gabinete de Gobernación, Joan Ignasi Sánchez; y en Les Franqueses del Vallés, durante el registro del domicilio de José María Jové Lladó.

En la consejería de Junqueras

No obstante, precisa que la actuación "más significativa" tuvo lugar en la sede de la Secretaría General de Vicepresidencia, Economía y Hacienda, donde los congregados "pincharon ruedas y destrozaron diversos coches patrulla de la Guardia Civil". Allí retuvieron a la Comisión judicial, que no pudo salir del edificio hasta el día siguiente.

Aún más, entre el final del verano y el 1-O se han documentado ya más de cien actos tumultuarios, de distinta intensidad, contra los Cuerpos de Seguridad, realizados por distintos grupos y siempre coincidentes con un discurso político incendiario en el que, de un modo u otro, se justificaba casi todo. Incluso el propio Puigdemont llegó a pedir a los ciudadanos que presionaran a los alcaldes de sus municipios que no habilitaran espacios para el referéndum ilegal del 1-O.

Entre los argumentos judiciales, incluye el llamamiento que realizó el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante un mitin organizado por la ANC en Sant Joan Despí, en el que estaba acompañado de Jordi Sánchez, ya en prisión por orden de la misma magistrada.

Puigdemont alentó ese día el "enfrentamiento" de los asistentes con los alcaldes que no querían ceder locales para el 1-O, según la juez, que recuerda las palabras del expresidente: "Miradles a los ojos y que os digan si os dejarán votar o no. Vosotros les pagáis y ellos os tienen que rendir cuentas".

El papel de los Mossos

También cita la concentración que lograron llevar a cabo el 1 de octubre las asociaciones civiles soberanistas, que "ofrecieron resistencia" y trataron de "impedir el acceso de la fuerza policial" a los centros de votación del referéndum ilegal.

Según la juez, la coacción a los Cuerpos de Seguridad llegó a instigarse desde las instituciones

A ello, la juez añade la actitud "pasiva" de los Mossos d'Esquadra "manteniéndose al margen de cualquier actuación desarrollada por la Guardia Civil, evitando intervenir cuando los agentes de la Benemérita eran agredidos e incluso llegando a "increpar" a los guardias civiles que ejercían su función.

Entre los argumentos, la magistrada afirma que los Mossos "llegaron a espiar las acciones de la Guardia Civil y de la Policía alertando a los congregados en los colegios" electorales de que las citadas fuerzas del orden se dirigían a determinados lugares.

Acoso a Policía y Guardia Civil

Todo ello, se une, según la magistrada, el hecho de que desde las instituciones catalanas se impulsaron acciones de "rechazo" contra los funcionarios de Guardia Civil y Policía, "alentadas por los propios querellados".

En este contexto sitúa los comentarios del Consejero de Territorio, Josep Rull, en la red social twitter. El 21 de septiembre escribía: "En efecto, no les hemos dejado atacar". Y sobre los agentes alojados en los puertos de Barcelona y Tarragona, publicó el 22 de septiembre, tras estimar que costaban mantenerlos allí 300.000 euros al día: "Para reprimir no hay congelación de cuentas, ni límites al déficit público".

La intimidación

La magistrada precisa también que los querellados tenían "en exclusiva" el mando de los Mossos d'Esquadra, integrado por más de 17.000 efectivos armados, "con el potencial efecto intimidatorio que los mismos representaban".

La magistrada acompaña estos argumentos de declaraciones realizas por el Consejero de Interior, Joaquim Forn, el pasado 11 de octubre cuando aseguró, al ser preguntado si podrían producirse enfrentamientos entre los Mossos y las FCSE: "si hay buena voluntad y se acepta la nueva realidad política, no habrá colisión entre policías".

El auto recoge también el comunicado que realizó la Consejera de Trabajo, Dolors Bassa, "alentando la convocatoria de huelga general": "El Gobierno se ha adherido a la huelga general prevista para mañana 3 de octubre (...). El personal que se sume al paro no se le computará esta ausencia".

El juez Llarena ve claro que la violencia existente procedió de la estrategia de los cabecillas y fue preparada por ellos

El delito de rebeldía y el uso de violencia, pues, son lo suficientemente verosímiles para que, cuando menos, se instruya la cuasa. Y se haga desde la Audiencia Nacional, pues los hechos procesados atentan potencialmente contra la forma de Gobierno, requisito indispensable para que se atiendan desde esa instancia judicial y no desde un juzgado ordinario, como también exigen los detractores de la juez Lamela.

Varios delitos

En todo caso, es sorprendente, según fuentes judiciales, que se discuta tanto sobre el delito de rebeldía, como si de no existir éste el Golpe no hubiera incurrido en otros de formidable gravedad: la conspiración para rebeldía, la secesión, prevaricación o malversación de fondos son ya de inmensa gravedad. Pueden sumar condenas conjuntas de más de 20 años de cárcel. Y nadie se atreve a discutirlos. Ni siquiera quienes más andan buscando la manera de desmontar el trabajo de la magistrada, una profesional con 30 años de trayectoria y una contrastada independencia: no pertenece a ninguna asociación y no tuvo el apoyo del sector conservador, donde sus rivales la incluyen, cuando hace pocos meses quiso presidir la Sala de lo Penal de esa misma Audiencia Nacional.

Enfocats, la clave

El juez Llarena reafirma toda esta secuencia en un auto que vuelve a ser demoledor, con párrafos en los que explica, tras detallar minuciosamente el objetivo del documento Enfocats como hoja de ruta del secesionismo, la diferencia entre el protagonismo de los aún presos y el que tuvieron otros dirigentes ya liberados:

"Y son diversos los datos de la investigación que vinculan una aportación de estos encausados directamente vinculada con el ejercicio de la violencia. De un lado, el documento Enfocáis refleja (pg. 40) la existencia de un grupo de individuos (Comité Estratégico) que han desempeñado una función definitoria de cómo y cuándo llevar a término cada una de las actuaciones del proceso y, consecuentemente, de la violencia y los tumultos que se detallaron en la anterior resolución (movilización ciudadana creciente, conforme a lo antes expuesto), y que son los elementos que constituyen la esencia de los delitos de rebelión o de sedición que se investigan".

"Un grupo de individuos cuya intervención consistía precisamente -y así se dice- en "orientar y dirigir estratégicamente la implantación del plan, alineando a todos los actores implicados y haciendo que se movilicen los recursos humanos y financieros necesarios", y en "encomendar la ejecución de las tareas concretas al Comité Ejecutivo y validar las propuestas del Comité Ejecutivo. Un Comité Estratégico en el que se integraban D. Oriol Junqueras i Vies, D. Jordi Sánchez Picanyol y D. Jordi Cuixart Navarro, pero no el resto de investigados ahora contemplados".

Desde aquellos hechos y autos iniciales hasta hoy, dos años después, las certezas han crecido: las conexiones de los CDR con la Generalitat, la incautación de documentación probatoria de intentonas terroristas y la complicidad institucional con los más radicales se han añadido a una montaña de episodios y decisiones que desmontan el mito pacifista del procés y señalan en el camino contrario.

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