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El plan de Sánchez: la exhumación de Franco no era el final sino el principio

El candidato del PSOE ha destapado sus cartas, y con ellas un operativo electoral para relanzar su campaña que ha pillado a Iglesias sin margen de maniobra. ¿Le funcionará al socialista?

El plan de Sánchez: la exhumación de Franco no era el final sino el principio

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Pedro Sánchez aspira a convertir a la momia de Francisco Franco en el revulsivo de una campaña electoral que, al menos hasta este jueves, estaba tan de capa caída como las encuestas del PSOE. Aunque está por ver que le funcione, porque las empresas demoscópicas tardarán aún días en poder valorar su impacto en las encuestas. Una vez que cuaje.

Los mismos socialistas que hasta hace dos días negaban querer convertir la exhumación del dictador en un acto electoralista fueron los primeros en aplaudir cuando el presidente en funciones utilizó -una vez más- el púlpito de La Moncloa para enseñar su baza secreta.

"El mausoleo del Valle de los Caídos fue levantado con el sacrificio de millares de presos políticos de la dictadura. Allí fueron conducidos los restos mortales de casi 34.000 compatriotas, víctimas todos ellos de la guerra civil. Más de un tercio de ellos permanecen aún sin identificar hoy; y muchos de ellos reposan en ese lugar después de que sus cuerpos fueran trasladados sin consentimiento o en el más absoluto desconocimiento de sus familias", señaló.

Y continuó: "Es, por tanto, una infamia que más pronto que tarde deberá ser también reparada; como habrá de serlo igualmente el que aún hoy, existan miles de fosas dispersas por toda nuestra geografía. Es una aberración que debemos afrontar con decisión. Por justicia y dignidad. Pero, sobre todo, por pura humanidad".

Sánchez pudo haber dado por cerrado un capítulo con lo de este jueves, y en lugar de eso aprovechó el traslado de los restos de Franco para abrir uno nuevo con el que espera apuntalar voto entre la izquierda, ya sea la suya, la de Unidas Podemos o la que está tentada de irse a Más País: el de la identificación de los cadáveres anónimos que yacen en el Valle y los enterrados en las cunetas.

Después se fue a depositar flores al monumento a las Trece Rosas en el cementerio de La Almudena y más tarde contempló la jornada con un mitin en Guadalajara en compañía de la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, precisamente el día en que el Gobierno intentó tapar los datos de una EPA desastrosa convirtiendo El Escorial en un plató de televisió.

Durante su intervención en tierras castellano-manchegas, Sánchez se mostró sorprendido de que no solo "la derecha sino también la izquierda" hablaran de "acto electoralista" para definir lo que era "una victoria de la democracia" y a su vez sacó pecho: "Es un Gobierno del PSOE el que lo ha materializado".

La jugada de incorporar sobre la marcha el franquismo en su programa electoral, cuando éste no ocupa una sola línea del documento que presentó Sánchez a principios de octubre, ha pillado a Pablo Iglesias sin margen de maniobra.

El candidato de Unidas Podemos tuvo que conformarse con clamar en el desierto que Sánchez no se atribuyera el mérito. "Hoy ningún partido tiene derecho a hablar de victoria ni a atribuirse méritos. Aun no se ha hecho justicia con las víctimas", afirmó por la mañana. Y horas después lamentó que el ceremonial llegara a parecer, por momentos, un "funeral oficial".

En estas elecciones hay mucho voto volátil, mucho electorado durmiente que nadie sabe en qué medida se activará y los últimos días se presentan cruciales. De la misma forma que los sucesos violentos de Cataluña han tenido efectos colaterales en las encuestas (con Vox recogiendo votos del PP, Ciudadanos mitigando levemente su caída y el PSOE bajando algo), los socialistas confían en que el factor Franco también los tenga.

El precedente de 2011

Aunque salvando las muchas distancias, no es la primera vez que el socialismo trata de relanzar su campaña con algún hito histórico. Ya lo intentó con motivo de las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011, a las que se presentaba el difunto Alfredo Pérez Rubalcaba con unas perspectivas pésimas.

El 20 de octubre de ese año, ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada. Buena parte de la campaña del PSOE se basó en atribuir gran parte del mérito del final del terrorismo a Rubalcaba. "Ha sido Alfredo quien ha derrotado a ETA", llegó a proclamar Alfonso Guerra en un mitin con él y Felipe González ante más de 20.000 personas.

El final de aquella historia es conocido. El fin de ETA no consiguió cambiar nada -electoralmente hablando- y el PSOE sacó su hasta entonces peor resultado frente a un PP con mayoría absoluta. Cierto es que esta vez el PSOE necesita un empujón, no un milagro.

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