Errejón: Ni más ni país, sólo una triste "victoria" personal y un fracaso
La apuesta nacional de ese "engendro" madrileño, puesto en pie por supervivientes de la izquierda de la capital, ha puesto en evidencia las limitaciones del proyecto.
Iñigo Errejón ya tiene lo que quería: un escaño de diputado en el Congreso de los Diputados, con lo que eso supone o, al menos, con lo que él cree que supone: una posible mayor visibilidad, un posible mayor acceso a los medios, unos posibles escaños necesarios en caso de negociación.
Todo, claro, bajo el prisma de la posibilidad. Porque la realidad es tozuda: Más País tan sólo cuenta con tres diputados. Y uno de ellos, pertenece a Compromís.
Para algunos analistas, lo de Errejón será una victoria. Discreta, pero victoria. Para otros, como el que esto escribe, una derrota. Tres diputados no era, desde luego, lo que barajaban los gurús del
errejonismo.
Hasta el momento, y aunque se diga lo contrario, la carrera del invento Más Madrid-Más País es triste: haber perdido el Ayuntamiento de Madrid entre luchas cainitas, no conseguir salir de la oposicion en la Comunidad de Madrid y no haber logrado movilizar a más de 600.000 votantes en toda España.
Objetivamente, con tres escaños, el dato no es para tirar cohetes. Tan sólo uno más que la CUP. La
apuesta nacional de ese 'engendro' madrileño, puesto en pie por supervivientes de la izquierda de la capital, ha puesto en evidencia las limitaciones del proyecto de Errejón, incluso entre los votantes de su sector. Puestos a votar, mejor el original (Iglesias y Unidas Podemos) que la copia (Errejón y Más País).
La imagen de Errejón en la noche electoral es sintomática. Bastaba con ver el rostro de Rita Maestre para recordar ese mismo rostro, esos mismos gestos de asentimiento preocupado, tras conocerse el resultado de Vistalegre II.
Aquello fue el pistoletazo de salida de Más País, aunque las discrepancias ya venían de lejos. Y a Errejón hay muchos votantes de izquierda que no le perdonan haber generado una de las mayores crisis de la joven historia de Podemos. Ha calado la percepción de que Errejón traicionó al proyecto tras no conseguir la victoria en aquél cónclave. Un pesado fardo pese a las erráticas políticas de
dirección del dúo Iglesias-Montero, que también darían para escribir un libro.
Más País tampoco se ha librado de las tensiones internas, y no sólo por las denuncias de Clara Serra. Los Morunos, las Sabanés, las Higueras... toda una convergencia de gentes rechazadas por las bases de Podemos y por los distritos de clase trabajadora de Madrid, una agrupación de supervivientes de la política de izquierdas madrileña y de restos del naufragio, de Jorge García Castaño a Tania Sánchez y demás compañeros mártires.
Todos unidos por haber probado las mieles del poder y el mando y por no resignarse a apearse de la vida pública porque fuera, como diría el clásico, hace mucho frío.
También ha servido para medir los poderes de Errejón y alejar los miedos de Unidas Podemos, que hasta la noche del domingo no tenía todas consigo sobre el grado de fuerza de los 'errejoners'. Hoy muchos dirigentes morados andarán más tranquilos y no faltarán los que incluso sonreirán sacando el colmillo, sobre todo recordando a los que abandonaron el barco pensando que Errejón era caballo ganador.
Este lunes en Compromís, en la Chunta y en Equo deben andar cabilando. ¡Ojo, que la dignidad cotiza a la baja y tampoco sería extraño que, bajo la convergencia de la lucha 'antifascista', algunos mutaran! En todo caso, un papelón.
Hace mucho tiempo que quedaron atrás los tiempos en que Monedero y Errejón podían reunirse en un bar de la madrileña plaza de Ópera a levantar Podemos. De aquello, hoy, no queda nada. Como tampoco de aquella dupla que creó el partido morado y que pasaba los fines de semana en el chamizo serrano de Iglesias, cortando leña y haciendo barbacoas, entre citas de Lenin, Marx, Chávez y demás.
Todo aquello se lo llevó el viento hace mucho tiempo. La historia de Podemos, breve, está trufada de ambiciones, envidias, desamores y traiciones. Y quien dice Podemos, dice sus hijos, incluido Más País.
Queda por ver qué pasa con Errejón. Tres diputados es un resultado escaso, incluso para pactar con el PSOE o ejercer como bisagra. ¿Acabará siendo Errejón el Quique Curiel de nuestro tiempo? En 2016 un periodista escribió un artículo al respecto y Podemos, Errejón incluido, salió como un miura.
Hoy, la respuesta, más que en Errejón, está en Ferraz. Lo que es evidente es que ser Laclau ataviado con una harrington da de sí lo que da de sí: tres escaños, uno de ellos en préstamo.