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La ministra que Colau quiere enchufar y puede dejar en el paro a Pedro Duque

Los Comunes han acelarado y tienen casi en su mano su cuota en el próximo Gobierno. La favorita es Rosa Lluch, hija del exministro del PSC asesinado por ETA. Le espera Universidades.

Rosa Lluch y Ada Colau, en un acto electoral de los Comunes.

Publicado por
Miguel Blasco

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La izquierda a la que necesita imperiosamente Pedro Sánchez es estos días un bazar. Un hervidero de nombres, ministrables, meritorios y trepas. Podemos e Izquierda Unida llevan días diseñando su asalto al poder y la lista de nombres que acompañarán -esto se da por seguro- a Pablo Iglesias e Irene Montero en su aterrizaje en el Consejo de Ministros.

En el partido morado, las quinielas han quedado reducidas a cuatro nombres, los de Iglesias y Montero; el líder de IU, Alberto Garzón, y la portavoz de En Marea, Yolanda Díaz. En la órbita estaba el diputado de Equo, Juantxo López de Uralde, pero la continuidad casi garantizada de Teresa Ribera en Transición Ecológica le ha alejado del núcleo de ministrables.

Pero, en las últimas horas, han aparecido los Comunes de Ada Colau reclamando su lugar en la mesa de Sánchez. Esgrimen sus buenos resultados en Cataluña. Y han puesto sobre esa mesa un nombre con notable simbolismo y, también, una cartera: la de Universidades.

Rosa Lluch, historiadora de formación, ha sido cabeza de lista de En Comú Podem al Senado. Es una de las hijas de Ernest Lluch, ministro de Sanidad del PSOE del 82 al 86 que fue asesinado por la banda terrorista ETA en 2000, cuando ya estaba retirado de la política. Lluch era miembro destacado del PSC.

Rosa Lluch, junto al líder del partido de Ada Colau en el Congreso, Jaume Asens.

El perfil de Lluch gusta a muchos de los actores del rompecabezas que ha desatado el pacto del abrazo.

Simpatiza con una parte del viejo PSOE, en el que su padre fue un referente durante el felipismo. Y por supuesto en el PSC. Esta bien vista por su catalanismo convencido en Junts y en Esquerra. En los últimos meses, Rosa Lluch se ha sumado a la estrategia del independentismo de edulcorar los brutales ataques en Barcelona desmarcándolos de terrorismo.

"Me hacen revivir un dolor que no ha dejado de existir. Utilizar el concepto terrorismo con esa banalidad y frivolidad para mi muy preocupante. Solo genera más dolor y por otra parte un cierto menosprecio a las víctimas que hemos sufrido el terrorismo", ha dicho.

Su apuesta en favor de la salidad dialogada con ETA la situarían además como contrapeso del colectivo de víctimas que ve con preocupación e indignación el creciente protagonismo de Arnaldo Otegi y Bildu en el escenario político nacional.

Lluch se ha venido moviendo durante el procés en esa equidistancia que abandera Miquel Iceta. Así, ha denunciado que "existe un interés en dividir Cataluña en dos bandos". De lo que se desmarca: "Hay un bando independentista, un bando no independentista y luego hay una inmensidad de personas que piensan cosas distintas con matices distintos".

La ministrable de Ada Colau tampoco ha sido nada complaciente con el propio Pedro Sánchez al que ha criticado en varias ocasiones por no aceptar las llamadas de Quim Torra. "Me parece una irresponsabilidad, me parece que es parte de su trabajo. Otra cosa es que cuando conteste le diga cosas que no le gusten o hablen de lo que sea, pero la obligación del presidente es estar a la disposición de otro presidente, más en un momento como el actual", ha venido diciendo.

Rosa Lluch gana enteros para ser la ministra de los Comunes. A costa de dejar sin una de las carteras al que fue el ministro más mediático de Sánchez tras la moción de censura: el astronauta Pedro Duque, que podría quedarse tan sólo con las competencias de Ciencia. Si el aluvión a la izquierda del PSOE no le deja del todo en el paro.