Sánchez jura ahora la Constitución tras dejar que sus socios la pisoteen
El presidente del Gobierno realiza el último trámite protocolario establecido para seguir en La Moncloa, prometer su cargo por su "conciencia y honor".
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez ya ha prometido su cargo ante el Rey y la Constitución que sus socios tanto desprecian y que han pisoteado una y otra vez en sus discursos tanto fuera como dentro del Congreso de los Diputados.
Sánchez, ha vuelto a utilizar la fórmula de prometer por su "conciencia y honor" el compromiso de "cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, así como mantener el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros".
Tras la lectura del real decreto de su nombramiento, Sánchez se ha acercado a la mesa donde estaba abierta la Constitución, esa que está dispuesto a retorcer hasta dar cabida a las exigencias de sus socios, y, tras una inclinación de cabeza ante el jefe de Estado, ha pronunciado la fórmula de promesa posando su mano derecha junto a una Carta Magna abierta por el artículo 99, el relativo al proceso de investidura tras las elecciones.
En el acto han participado también la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, como notaria mayor del Reino; y los representantes del Poder Legislativo y Judicial: las presidentas del Congreso y el Senado, Meritxell Batet y Pilar Llop, respectivamente; el del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes y el del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas.
Asimismo, estaban presentes el jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín; el secretario general, Domingo Palomo y el jefe del Cuarto Militar, Juan Ruiz Casas.
Es la segunda vez que Sánchez cumple con este trámite, por el que ya pasó en junio de 2018, tras la moción de censura que le llevó a la Moncloa. El líder socialista se convirtió entonces en el primer presidente del Gobierno de la democracia que prometía su cargo solo ante la Constitución, sin crucifijo ni Biblia.
Con la llegada de Felipe VI a la Jefatura del Estado, la Casa Real cambió el protocolo y permitió que los altos cargos prometiesen ante el Rey sin símbolos religiosos, conforme a la libertad religiosa recogida en la Constitución, pero Sánchez fue el primer presidente del Gobierno que prescindía de ellos.