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Pepe Álvarez, el "obrero" que insulta a los campesinos y no trabaja desde 1978

El líder de la UGT, en el ojo del huracán tras tildar de "derechona" a los agricultores, es un liberado sindical desde que tenía 22 años. Desde 1978 solo ha "trabajado" en el sindicato.

Pepe Álvarez, el "obrero" que insulta a los campesinos y no trabaja desde 1978

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Manuel Villa

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Para Pepe Álvarez, secretario general de la UGT, los agricultores de Extremadura levantados por la crítica situación del campo, no son más que la "derecha terrateniente carca". Unas palabras terribles que contrastan con la situación real de las explotaciones agrarias en España, lastradas por los bajos precios, los costes laborales, la competencia exterior y la crisis general de la "España despoblada".

Y que se resumen en un dato demoledor: entre el precio de venta de una patata en origen, nada más ser extraída; y el de venta al consumidor, puede haber una diferencia de hasta diez veces. El campo se queda con muy poco, aunque los riñones del agricultor se lleven la peor parte. Para Sánchez, los culpables son las grandes superficies, a pesar de que solo compran el 7% de la producción agrícola española.

Pero nada de eso parece afectarle al sucesor de Cándido Méndez, un asturiano de Belmonte de Miranda nacido un 20 de marzo de 1956 que, paradójicamente, conoce bien poco el mundo del trabajo. Apenas dos años de servicios en una empresa metalúrgica de Barcelona, desde la que saltó con 22 años a un puesto directivo en una federación de la UGT.

Álvarez se hacía llamar Josep en Cataluña, pese a ser asturiano. Y es liberado sindical desde hace 41 años

Nunca más volvió a ponerse el mono, aunque desde entonces no ha dejado de hablar de los obreros, una categoría en la que no incluye a los agricultores españoles, observados con el recelo de quien les percibe como meros propietarios del suelo y prescinde de la realidad: de ellos dependen los jornaleros; y a ellos les cargan todos los costes, incluido un nuevo SMI replicado incluso por el presidente extremelo, Guillermo Fernández Vara.

La casualidad ha querido que los excesos verbales de un liberado sindical desde hace 41 años haya coincidido con otro caso de presunta corrupción de la UGT que le pilla muy cerca: la Fiscalía Anticorrupción acaba de pedir diez años de prisión para Julio Rodriguez Braga, secretario general del sindicato en su Asturias, por un posible desvío de fondos por importe de 1,4 millones de euros.

Ni una palabra de esto de Josep Álvarez, Pep, como se hacía llamar en Cataluña pese a su origen astur, para integrarse en el ecosistema nacionalista y hacer de federación en la Comunidad una de las más proclives, o al menos comprensivas, con los partidos soberanistas. Algo que perdura hasta hoy.

Despiste en la izquierda

El exceso de Álvarez refleja el despiste generalizado de la izquierda con este asunto. No saben a qué carta jugar, a tenor de las antagónicas reacciones. Para unos, aunque no lo digan con claridad y lo muestren con silencio, el dirigente sindical tiene razón.

Para otros, desde Íñigo Errejón hasta Irene Montero o la andaluza Teresa Rodríguez, el campo se levanta con todo el derecho del mundo.

Pase lo que pase, Pepe, Pep para los amigos, seguirá ahí. Es al sindicato lo que el dinosaurio al cuento de Monterroso: cuando alguien se levante, sea quien sea, él ya estará allí.

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