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Sánchez hunde la imagen internacional de España con 5 decisiones terribles

¿Qué está pasando en España? En un mes, el Gobierno ha roto o debilitado lazos con Europa y Estados Unidos y los ha estrechado con Venezuela. Y nadie sabe las razones reales.

Sánchez, entre los líderes internacionales del momento

Publicado por
Javier Rodríguez

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No ha pasado ni un mes desde la investidura de Pedro Sánchez y la designación de su nuevo Gobierno de coalición y la geopolítica española, interna y externa, ha cambiado con un giro copernicano que nadie esperaba con esa rotundidad. Y no parece que para bien.

En España, la dependencia del presidente del independentismo es absoluta: de él dependió su primera llegada a La Moncloa, también la segunda y, en realidad, la duración de toda la legislatura. Lo dijo Gabriel Rufián antes de darle los votos de ERC y lo están cumpliendo.

Pero hay más. Un volantazo internacional inesperado, con el que pocos contaban, y que modifica el estatus de España de una manera radical en todos los espacios donde opera. No se saben las razones ni los objetivos, pero sí los hechos y afectan al centro de la acción exterior del país: en Europa y con Estados Unidos, nada menos.

Y todo pasa por el tercer "invitado", simbolizado por Venezuela, el país proscrito hasta hace unos meses que ahora aparece en el epicentro del viraje. Lo que hay detrás lo resumen el líder del PP, Pablo Casado, con una batería de preguntas y dudas que acabarán, si las fuerzas parlamentarias se lo permiten, con las respuestas que Sánchez ha esquivado hasta ahora.

"Zapatero hace su 39 visita a la dictadura venezolana ¿Qué motiva este viaje para ver a Maduro y Delcy Rodríguez? ¿Qué vínculos tienen Sánchez, Ábalos y Podemos con el chavismo? ¿Cobró el embajador de Zapatero de la petrolera venezolana? Pedimos explicaciones sin más mentiras".

La extraña conexión

Ahí, en la extraña conexión de Zapatero con Maduro, los viejos lazos de Podemos con el chavismo, el silencio de Sánchez y la reunión de Ábalos con Delcy Rodríguez reside, tal vez, la clave de un incierto nuevo rumbo que pasa por otros dos escenarios y dejó una huella el día de Reyes: el "asalto" diplomático española a la embajada de México en Bolivia, un oscuro episodio que no ha sido aclarado pero ahonda en las sospechosas conexiones de la "nueva" España con el populismo latinoamericano.

En unos días, Sánchez ha ofendido a Estados Unidos, despreciado a Europa e intimado con Venezuela. La razón, un misterio

Pero hay más. En el mismo tiempo, la diplomacia española ha tomado dos decisiones que, fuentes políticas conocedoras de los equilibrios internacionales, califican de "increíbles". Una, desafiar a Estados Unidos en dos frentes: recuperando en una versión más sutil la amenaza contra las bases americanas y, dos, el empeño de Moncloa en la tasa Google desechada hasta por Francia.

"Es incitar a la Casa Blanca a ahondar en decisiones sobre los aranceles que ya pasan factura a sectores como el aceite", indican las mismas fuentes, que recuerdan cómo Donald Trump no ha tenido ningún reparo en enfrentarse a un gigante como China en una guerra comercial aún abierta que, de momento, da la victoria a Estados Unidos en contra de los pronósticos. Como para no atreverse con España, recalcan.

El otro cambio es aún más sorprendente: la renuncia o la exclusión de España del nuevo eje de poder europeo que se está reconfigurando tras la salida del Reino Unido por el Brexit. Era el momento de ocupar ese espacio y convertirse, junto a Alemania y Francia, en la locomotora de una Unión debilitada y repleta de negros nubarrones.

Sánchez, de hecho, se vanagloriaba hace escasos de meses de que, con él, "España había vuelto a Europa". Pero ahora sus entornos se empeñan en denigrar ese protagonismo, en ningunearlo, y en permitir por acción o debilidad que Polonia se sitúe al lado de Merkel y Macron.

En un mes, pues, se ha degradado la posición en Europa, se ha soliviantado a los Estados Unidos y, finalmente, se ha acercado a España al régimen venezolano, con escenas tan sorprendentes como el desprecio a Juan Guaidó, el encuentro con Delcy o la presencia de Zapatero en Caracas. ¿Para qué? Nadie lo sabe, pero los temores son inmensos.

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