El golpe de efecto de Casado en La Moncloa: "Había que romperles la estrategia"
La reunión entre Sánchez y el líder de la oposición, primera después de la investidura, acabó mejor de lo esperado para este último, que una vez más evidenció que el presidente puede elegir.
La reunión que este lunes mantuvieron Pedro Sánchez y Pablo Casado en La Moncloa dejó patente el presidente no busca acuerdos con el líder de la oposición, en tanto que acordar supone cesiones por ambas partes.
Busca, por contra, armar un relato para justificar por qué esos acuerdos no llegan por culpa, exclusivamente, del líder de los populares. A quien, por otra parte, no necesita más que para la renovación de determinados órganos (en especial el Consejo General del Poder Judicial) que requieren súper mayorías en el Congreso. Para el resto tiene a sus socios de investidura.
Casado se vio venir la "encerrona" -así la definen- en cuanto el presidente del Gobierno le citó en su despacho por primera vez desde la investidura y no se equivocaba. De hecho, acabado el encuentro y antes de que éste compareciera en la sala de prensa del Palacio Presidencial, el Gobierno se apresuró a emitir un comunicado lamentando que el PP siguiera en la actitud de "bloqueo". La comparecencia de la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, horas después fue en idéntica línea.
No obstante, la reunión acabó mejor de lo previsto para Casado, que acudió a La Moncloa con una actitud que Sánchez no esperaba: a proponer más que a escuchar, llevando la voz cantante de un encuentro que se prolongó durante una hora y media.
Incluso le ofreció a Sánchez el apoyo del PP a los Presupuestos si a cambio él desconvoca esa mesa de diálogo con los independentistas (de la que saldrá un documento que habrá de ser votado por los catalanes, según el compromiso del Gobierno) y accede a despotilizar la Justicia y a no subir impuestos, entre otras condiciones. "La pelota está en el tejado de Sánchez, puede elegir", sostuvo.
"Había que romperles la estrategia", afirman desde el equipo del líder de los populares, que lo resumió así: "Si el intento es que saliéramos dando un portazo, diciendo 'no es no', se han equivocado de adversario", proclamó Casado. Que incluso se permitió el lujo de recordarle al presidente la distancia que les separa, que no es tanta: "Tenemos 89 escaños, el PSOE 120. No estamos tan lejos".
Pese a la escenificación posterior, de la reunión, que en todo momento fue cordial, sí salieron avances en tres materias: el Pacto de Toledo, la Educación y esa nueva ley de protección de la infancia anunciada por el Ejecutivo. Ambos constataron la conveniencia de llegar a acuerdos en las tres materias y se intercambiaron nombres sobre los interlocutores de uno y otro partido en dichos asuntos.
Por lo que respecta a las renovaciones de órganos pendientes (el CGPJ, el Defensor del Pueblo, RTVE y varios organismos reguladores), las elecciones han dilatado los tiempos. Parece que acuerdo habrá, pero en el medio plazo. A día de hoy la relación personal de Sánchez y Casado es buena; y, además, el hecho de que tanto el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, como el secretario de Justicia e Interior del PP, Enrique López, sean jueces hace más factible el entendimiento.
La satisfacción del equipo de Casado con cómo salió la reunión tiene que ver con ese perfil de estadista que Casado sigue construyéndose y en el que se encuentra cada día más cómodo, frente a la oposición "hiperventilada" -dicen en el PP- de Vox.
El líder de los populares se repite y repite que el suyo es un partido no solo de Estado, sino de Gobierno, y que está preparado para gobernar dure la legislatura dos meses, dos años o cuatro.