Calvo contraataca en medio de las intrigas palaciegas para acabar con ella

Últimamente Carmen Calvo se mira las espaldas más lo habitual. La batalla librada la semana pasada con Irene Montero a cuenta del anteproyecto de la Ley de Libertad Sexual le ha provocado a la vicepresidenta primera serias heridas.

Tan serias como para que empiecen a extenderse como una mancha de aceite las dudas sobre su mano izquierda para coordinar el primer Gobierno de coalición de la democracia, dado su fuerte carácter -conocido por amigos, enemigos y compañeros de partido-.

Calvo está indignada por lo que considera filtraciones interesadas para acabar con ella. Cree que hay quienes están aprovechando esta semana horribilis para hacer campaña contra ella ante la opinión pública y publicada. Y mira no solo a Unidas Podemos sino también, y sobre todo, a su archienemigo Iván Redondo, jefe de Gabinete de Pedro Sánchez.

A quien en el pasado ya situó al frente de la operación -frustrada- para intentar sacar a Calvo del Consejo de Ministros y enviarla a la Presidencia del Congreso a modo de patada hacia arriba.

Es por eso que este lunes la número dos del Ejecutivo salió como una flecha a pregonar a los cuatro vientos que el presidente mantiene su confianza intacta en ella. Un presidente al que aún no se le ha pasado el enfado por el espectáculo dado apenas dos meses después de empezar.

En una entrevista en RNE, Calvo afirmó que "en absoluto" se siente cuestionada y que su peso como coordinadora no ha mermado un ápice. "Para nada. Soy la ministra de la Presidencia y de Relaciones con las Cortes por decreto de estructura de Gobierno con mis competencias intactas", sostuvo.

"Y lo más importante: con la confianza absoluta del presidente del Gobierno, que además es mi secretario general", zanjó.

El mensaje está enviado. Ahora bien, si ella cuenta con la confianza de Sánchez, Irene Montero tiene la de Pablo Iglesias. Y el presidente no está por la labor de ensombrecer su actual buena relación con su socio.