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Sánchez declara a rastras el estado de alarma ante el descontrol y las presiones

El presidente da un nuevo giro de 180 grados en apenas 24 horas y después de ir a rebufo de presidentes como Díaz Ayuso, Urkullu y Torra, mucho más contundentes en las medidas que él.

Sánchez en videoconferencia con sus ministros.

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A.I.M.

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Nunca antes unas palabras de Pedro Sánchez duraron tan poco como las que pronunció este jueves por la tarde. Ni 24 horas después, el presidente del Gobierno ha decidido enmendarse a sí mismo y declarar el estado de alarma en un Consejo de Ministros extraordinario convocado este sábado, tras haber ido a rebufo de varios presidentes regionales y ante el evidente descontrol en la toma de decisiones por parte de las comunidades. El primer partido que se lo pidió fue Vox. Después le siguió Ciudadanos.

Se trata de una medida de excepción que durará en principio 15 días y que fue utilizada en la huelga de controladores aéreos en diciembre de 2010. Le permitirá, por ejemplo, prohibir la libre circulación de personas. Así como tomar el control de los servicios esenciales. En una palabra, recentralizar la respuesta del Estado restando competencias a las comunidades autónomas para "movilizar todos los recursos del conjunto del Estado: económicos, sanitarios, públicos y privados", ha sostenido en una declaración institucional a las 15.30.

Este nuevo viraje de Sánchez se produce horas después de que él mismo, en el mismo escenario -La Moncloa-, anunciara una respuesta gradual a la crisis del coronavirus y lo fiara todo a la "responsabilidad y disciplina social". Pero todas las previsiones se han desbordado: "Estamos solo en la primera fase del combate contra el virus. Nos esperan semanas muy duras. No cabe descartar que haya más de 10.000 afectados la próxima semana", ha lamentado. "Queremos evitar una propagación demasiado rápida".

Los acontecimientos se han precipitado y han arrollado a Sánchez en las últimas horas, con comunidades como Madrid, Cataluña y el País Vasco endureciendo las medidas para su población de forma unilateral ante la pusilanimidad del Gobierno central.

En el caso de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso había decretado este viernes (entra en vigor el sábado) el cierre de bares, restaurantes y de todos los comercios salvo supermercados y farmacias. Cataluña, por su parte, anunció el jueves ya bien entrada la noche el confinamiento de 70.000 personas de cuatro municipios, entre ellos Igualada. Y en el País Vasco, Íñigo Urkullu había decretado la emergencia sanitaria.

Así pues, las presiones para que Sánchez diera el paso que finalmente ha dado iban en cadena. En el propio seno del Consejo de Ministros había voces partidarias de no esperar más y declarar el estado de alarma. También han presionado los presidentes regionales. El de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, había enviado este mismo viernes al presidente una carta solicitándoselo, desde "la colaboración y la lealtad institucional".

Sánchez ha terminado su intervención reiterando que ganar al coronavirus "va a ser muy duro y muy difícil" y dirigiéndose a los jóvenes para pedir su "colaboración decisiva".

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