El infierno del ministro de Sanidad: ¿Tiene Salvador Illa los días contados?
Vox ya ha pedido su dimisión y el PP espera a que pase la emergencia sanitaria para hacerlo. El Covid-19 ya ha provocado la caída de los ministros de Sanidad de Holanda y Rumanía. ¿Y él?
La pregunta lleva días revoloteando los círculos políticos y periodísticos. ¿Tiene el ministro de Sanidad los días contados?
Los oídos sordos que hizo el departamento de Salvador Illa a las advertencias de la OMS y de algunos expertos españoles y los errores en la gestión de la crisis sanitaria, especialmente en lo referido al descontrol de las compras de material sanitario, han puesto al titular de Sanidad al borde del precipicio.
Ahora no es el momento de mirar al vacío, pero él lo sabe. Sabe que cuando pase la emergencia sanitaria los partidos pedirán responsabilidades políticas, y sabe que es el eslabón débil en la cadena de Pedro Sánchez.
De hecho este jueves, durante su intervención en la Comisión de Sanidad del Congreso para informar de la evolución de la pandemia en España, señaló ambiguo:
"Quiero manifestar aquí mi intención de saber estar a la altura de esta madurez política que reclama el momento y sumarme a la petición de que la tengamos todos. Porque todos, yo naturalmente en mi condición de ministro de Sanidad, tendremos todos que dar cuentas y yo por supuesto lo haré con mucho gusto y humildad". Y emplazó a los portavoces a tener un "debate político cuando las circunstancias sean más favorables para ello".
En su comparecencia le llovieron críticas de todos los colores, aunque de momento Vox es el único partido que ha pedido abiertamente su dimisión, e incluso la del Gobierno al completo, según dijo Santiago Abascal el martes.
Pero le seguirán más. El PP, de hecho, ya prepara su artillería contra el ministro de Sanidad: los populares quieren cobrarse la pieza. "Esas imprevisiones tendrán responsabilidades en su momento", amenazó durante la sesión parlamentaria la portavoz del PP en la Comisión, Cuca Gamarra.
El diputado José Ignacio Echániz, hoy portavoz adjunto el Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, era consejero de Sanidad en el Gobierno de Castilla-La Mancha (con María Dolores de Cospedal como presidenta) cuando a Mariano Rajoy le cayó como una losa la crisis del ébola. Y recuerda perfectamente cómo se portó el PSOE con Rajoy y con su ministra de Sanidad, Ana Mato. Ahora es uno de los más combativos en la exigencia de cuentas.
Y a sus problemas políticos se suman los judiciales. El sindicato de funcionarios CSIF le ha denunciado ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo por homicidio imprudente, y también la Plataforma de Afectados por la Pandemia Covid-19 por la mala gestión y falta de transparencia".
En la mano de Sánchez, y solo de Sánchez, está el futuro de Illa. Y de momento nadie sabe lo que pasa por la cabeza del presidente, que si algo ha demostrado es capacidad de adaptarse al medio para sobrevivir (un día no dormía pensando en lo horrible que sería tener a Podemos en el Gobierno; a los pocos días pactó un Ejecutivo de coalición con Pablo Iglesias).
Hasta ahora, la crisis del coronavirus ya se ha cobrado dos ministros de Sanidad europeos. El de Holanda, Bruno Bruins, dimitió el 20 de marzo "exhausto" -dijo- tras semanas de trabajo luchando contra el Covid-19. Y el de Rumanía, Victor Costache, fue cesado por el primer ministro la semana pasada por su mala gestión de la pandemia.