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La verdadera razón de por qué "bajan" los muertos que el Gobierno esconde

Moncloa y sus apoyos mediáticos presentan con estusiasmo que "solo" haya 410 muertos este domingo. Una cifra terrible que encierra una realidad cruel que intentan tapar.

Pedro Sánchez, en el Congreso

Publicado por
Javier Rodríguez

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El sábado el ministro Pedro Duque y el portavoz Fernando Simón explicaron a los niños, entre risas, cómo se coloca una mascarilla: habían pasado 45 días de epidemia, es casi imposible encontrar uno de esos artículos y si se encuentra es a precio de oro, y el escenario para la increíble clase de ambos responsables era el mismo donde a diario se difunden las cifras de muertos en España, las peores del mundo con 400 al día, de media, por millón de habitantes.

Pero ellos sonreían, mientras el ministro de Ciencia se mostraba torpe para adaptarse la mascarilla y Fernando Simón, el mismo que hace un mes rechazó su usó y anunciaba "casos aislados" de coronavirus en España, se movía divertido.

Es la misma actitud que este domingo le ha llevado al Gobierno, y a sus potentes apoyos mediáticos, ha presentar casi con entusiasmo la cifra de muertos dominical, "reducida" a 410: un éxito en comparación con el millar de hace apenas diez días, pero un océano al lado de las de buena parte de los países de Europa y del mundo.


Esas 400 nuevas víctimas, en un día "bueno", siguen siendo las mismas prácticamente que las que acumulan Portugal, Grecia, Polonia o Hungría en toda la pandemia. Esta cifra supone un descenso respecto al dato de este sábado, cuando se registraron 565 muertes, y es la menor en 28 días. El número de contagios totales es de 195.944 y ya son 20.453 los fallecidos desde que comenzó la crisis.

Pero tiene truco, y muy perverso, que por supuesto el Gobierno no aclara y muy pocos le exigen aclarar. Tanto como para que, ayer mismo, el propio Sánchez en persona se vanagloriara de que España había reaccionado antes que Europa, esquivando la cuestión central sobre la espectacular letalidad española al lado del resto, con excepciones trágicas como Italia, Francia o Bélgica.

No muere menos gente por las medidas del Gobierno, sino porque ya han fallecido los más vulnerables del gran contagio de marzo

Y esa explicación es bien sencilla: los 190.000 infectados oficiales y los 20.453 fallecidos proceden, en su mayor parte, del contagio masivo de finales de febrero y principios de marzo. La mortandad se va reduciendo, y la tasa de contagios, por una única y cruel razón: ya se van muriendo todos los que contrajeron entonces el COVID-19 en aquellos días en que el Gobierno no adoptó medidas y facilitó la transmisión en incontables eventos de masas.

El Gobierno diluye esa responsabilidad original obviando los plazos reales de contagio y convalecencia y relacionando la mejoría inevitable con las medidas que adoptó cuando ya era tarde: el descenso actual no procede del confinamiento, que sí frenó el contagio masivo ya desatado, sino de la aplicación de la tasa de mortalidad por edades sobre la población ya infectada hace semanas.

La media de muertes es la misma o muy parecida, por tramos de edades, con independencia del número total de víctimas: muy alta a partir de los 75 años (una media del 23%); y significativamente baja por debajo de esa edad (hasta del 0.98% solo). La clave es, pues, cuántos se contagian a la vez para que la mortandad se dispare y el colapso sanitario llegue.


Y en España fueron miles, quizá cientos de miles, y la práctica totalidad en esas fechas en que la OMS avisó y nadie en Moncloa escuchó. El Gobierno no entra en nada de eso. Fernando Simón insiste en falsear la letalidad española, equiparándola con la de Europa. Sánchez ignora las cifras comparadas con su propio entorno.

Y el Gobierno en su conjunto vende la reducción como consecuencia de sus políticas en lugar de como un mero efecto del paso del tiempo, en unas circunstancias de cierre de país y muertes disparadas que se hubieran evitado con una reacción más rápida, como en Portugal o Grecia entre tantos otros.

En ese contexto, la realidad queda sepultada por el relato oficial, edulcorado y al margen de los hechos. Sánchez cita "un millón de test ya hechos", pero no muestra ni un documento al respecto y lo único contrastado es que España lleva un mes de retraso en este asunto crucial y que ha comprado pruebas en el mercado negro con un resultado desastroso.


Lo mismo ocurre con las mascarillas, cuyo disparatado precio por unidad, de entre 9 y 20 euros, se regulará por decreto este domingo, aunque es probable que mañana sigan sin poderse adquirir: no hay, las farmacias están desbordadas de peticiones que no pueden atender.

Señalar a las Autonomías

Un último dato confronta la "alegría" gubernamental con la cruda realidad: ni siquiera existe un recuento creíble de bajas mortales. Y el Gobierno pretende que eso parezca culpa de los presidentes autonómicos, con los que este domingo ha vuelto a mantener otra videoconferencia.

España sigue teniendo el 15% de los fallecidos del mundo pese a ser solo el 0.6% de la población total

En ella, según cuentan fuentes autonómicas a ESdiario, les ha pedido que hagan ese cómputo con precisión, quitándose de encima el problemón como si le fuera ajeno y comprometiéndose, eso sí, a darles 14.000 millones de euros extra para compensar los estragos de la pandemia.

El relato de Sánchez procede de un ficticio universo paralelo, donde los hechos y los números no cuentan, pero se asienta como verdad en un ecosistema confiando e influido por un sector televisivo volcado en ese mensaje de manera casi unánime.

En la vida real, España acumula el 15% de los muertos con el 0.6% de la población, no tiene mascarillas, no sabe cuanta gente ha muerto con exactitud y confía la recuperación a la más terrible terapia tras haber alimentado el contagio masivo: que terminen de morir los que no puedan superarlo.