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La hemeroteca hunde a Iglesias y desentierra qué pensaba de perseguir tuiteros

Fue en marzo de 2017, con Rajoy en La Moncloa, cuando el líder de Podemos arrancó su cruzada contra la mordaza y los recortes a la libertad de expresión. Quién le ha visto y quién le ve.

Iglesias, en marzo de 2017, registrando una iniciativa para despenalizar los delitos contra la libertad de expresión.

Publicado por
J.R.V

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No puede negarse que Pablo Iglesias es un político de enorme capacidad de adaptación. Ha pasado de su modesto piso obrero en Vallecas a su casoplón el la Sierra de Guadarrama; de su batalla por "asaltar los cielos" contra la casta a acabar en la Vicepresidencia del Gobierno; y de erigirse en adalid de la libertad de expresión a situarse en la primera línea de combate para imponer la mordaza a quienes osen criticar la discutida gestión contra el coronavirus de su gobierno progresista.

Pero no siempre fue así, claro. Lo que sucede es que en La Moncloa estaba Mariano Rajoy e Iglesias era el combativo líder antisistema de Podemos. Y el 27 de marzo de 2017, llevó al Congreso una polémica proposición de ley para derogar los delitos contra la libertad de expresión, incluso el de apología del terrorismo, y para retirar del Código Penal los tipos penales de injurias y calumnias. El mismo Iglesias que quiere ahora perseguir a lo que él llama la "ultraderecha política y mediática".

Iglesias: "Es una vergüenza que se persiga a tuiteros mientras que existe impunidad de corruptos y mafiosos"

Aquel día, Iglesias se plantó en el registro del Congreso junto a la tuitera Cassandra Vera -condenada por la Audiencia Nacional por sus groseros tuits sobre el atentado de Carrero Blanco, y se presentó como el adalid de la libertad de expresión más amplia y garantista posible.

"Es una vergüenza que se persiga a tuiteros mientras que existe impunidad de corruptos y mafiosos", clamó ante los periodistas a las puertas del Congreso. Y, además, exigió un debate urgente sobre sobre la defensa del derecho fundamental de libertad de expresión.

La propuesta de Iglesias contemplaba pedir la derogación del artículo 578 del Código Penal, que regula el enaltecimiento y la justificación pública de los delitos de terrorismo. Según la formación morada, la falta de concreción de este artículo es lo que provoca que se pueda enjuiciar a personas por comentarios de "humor negro" aunque no estén relacionadas con ninguna organización terrorista.

Iglesias alegó además que consideraba una "tomadura de pelo" que alguien pueda ir a la cárcel por hacer un tuit o un comentario al tiempo que parece que hay impunidad para la corrupción.

"En España la propia opinión puede ser castigada penalmente e incluso con penas de prisión. El componente subjetivo en la apreciación de la ofensa permite investigar cualquier opinión crítica bajo el pretexto del agravio realizado", argumentó Unidos Podemos en la motivación de la iniciativa.

Iglesias en La Sexta, la semana pasada, abogando por la persecución de las informaciones y opiniones críticas con el Gobierno.

Y en la misma línea, Iglesias pidió que España se adapte al siglo XXI y criticó al Gobierno de Mariano Rajoy por favorecer este tipo de "ataques" a personas que piensan distinto.

Ahora, sin embargo y ya en el poder, el líder de Podemos ha cambiado radilcamente de opinión. Esto dijo hace seis días sobre la polémica pregunta del CIS sobre la mordaza a los medios privados: "Sectores de la ultraderecha política y mediática han normalizado la mentira, el bulo y el ataque sin escrúpulos como forma de hacer política y tratar de influir".

"Todos los demócratas tenemos que estar comprometidos para que el bulo, el insulto, la mentira, para que esa ultraderecha mediática y política que atenta contra lo más sagrado de nuestra democracia, no formen parte del futuro de nuestras sociedades que se tienen que fundamentar en la defensa de lo común, del interés general, de la libertad informativa y de que los medios hagáis lo que hacéis: controlar al poder", señaló. Otro hachazo a sus principios fundacionales.

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