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Sánchez obliga a Feijóo a retrasar las elecciones para favorecer al PSOE gallego

El estado de alarma le ha dado al presidente la coartada perfecta para tomar como rehén al barón más veterano del PP y marcarle la fecha de los comicios. Una anomalía democrática.

Alberto Núñez Feijóo en su despacho.

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El enfado que se respira en la Xunta de Galicia con Pedro Sánchez va in crescendo. El presidente del Gobierno tiene como rehén en esta crisis del coronavirus al barón con más auctoritas dentro del PP, Alberto Núñez Feijóo. A quien en su fuero interno el socialista aspira a perder de vista más pronto que tarde.

El presidente gallego ha formado un extraño triunvirato autonómico con Íñigo Urkullu y Quim Torra en favor del levantamiento inmediato del estado de alarma. Y su postura es más combativa que la que mantiene Pablo Casado.

El movimiento de Núñez Feijóo tiene que ver todo con las elecciones gallegas previstas inicialmente para el 5 de abril y que la Xunta hubo de suspender (con el aval de la Junta Electoral de Galicia y el respaldo unánime de la oposición) por la emergencia sanitaria y el confinamiento.

En el decreto por el que el Gobierno regional procedió a dejar sin efecto la convocatoria electoral (puede leerlo aquí), fechado el 18 de marzo, se especifica que los comicios solo podrán celebrarse una vez levantado el estado de alarma:

"La convocatoria de elecciones al Parlamento gallego se activará una vez levantada la declaración del estado de alarma y la situación de emergencia sanitaria. Dicha convocatoria se realizará en el plazo más breve posible, oídos los partidos políticos, y por decreto del presidente de la Xunta".

Un presidente siempre tiene la potestad de elegir la fecha de las elecciones, pero no en este caso

Ergo: Núñez Feijóo está en manos de Sánchez, una anomalía democrática dado que la fecha de las elecciones es siempre una prerrogativa del presidente. La intención del socialista es mantener el estado de alarma hasta, al menos, finales de junio. Siempre y cuando la fase de transición haya terminado para entonces, que si no podría intentar alargarlo hasta julio.

El asunto es de una gran magnitud política y simbólica, puesto que está en juego la única comunidad que el PP mantiene con mayoría absoluta. El presidente gallego quiere a toda costa que las elecciones se celebren en julio, pero a Sánchez le interesa que sean en septiembre, cuando en Moncloa estiman que Núñez Feijóo estará más débil que ahora.

Los socialistas saben que el verano dará una falsa apariencia de tímida recuperación (algo de turismo nacional, levantamiento de los ERTEs, más consumo...), pero que a la vuelta de las vacaciones el panorama será dantesco. Y las elecciones, cualquiera, serán un elemento catalizador perfecto para el descontento de la ciudadanía.

De hecho desde el entorno de Núñez Feijóo reconocen que dejar las elecciones para septiembre es como lanzar "una moneda al aire". Antes de que el coronavirus obligara a suspenderlas, las encuestas situaban al barón gallego con serias opciones de conseguir su cuarta mayoría absoluta, pero por la mínima.

Sánchez durante su comparecencia del sábado en Moncloa.

El PSOE, por tanto, quiere retrasar los comicios todo lo posible mediante la coartada del estado de alarma para reducir las opciones del popular. "Feijóo contra el estado de alarma. Según la ley, este es un instrumento a utilizar en crisis sanitarias y pandemias. ¿No lo sabe Feijóo? ¿A qué juega? ¿Cómo se puede ser tan irresponsable? La derecha pierde el sentido", denunció este lunes el líder de los socialistas gallegos, Gonzalo Caballero.

Este último aspira a arrebatar la Xunta al PP contando con los nacionalistas del BNG y Podemos. Y, dado que su nivel de conocimiento entre la ciudadanía es muy bajo, cualquier ayuda es buena. También los nacionalistas gallegos han asomado la patita en los últimos días poniendo peros a que los comicios sean antes del verano.

En el País Vasco, Urkullu también tiene prisa por celebrar las elecciones en julio, pero su situación es algo distinta. Hay una diferencia sustancial entre los decretos de suspensión de las elecciones de Galicia y el País Vasco. Mientras en el primer caso la convocatoria de unas nuevas está vinculada a que se levante el estado de alarma, en el caso vasco la condición es que se levante la "emergencia sanitaria", pero nada dice del estado de alarma.

De ahí que días atrás el portavoz del Ajuria Enea, Josu Erkoreka, sostuviera que hoy por hoy no existe "ningún impedimento jurídico" para celebrar las elecciones durante el estado de alarma. El PNV ha amagado con desmarcarse del Gobierno en la votación de la nueva prórroga del estado de alarma.

Los nacionalistas vascos quieren que Sánchez les garantice las condiciones (por ejemplo, la apertura de los colegios electorales) para llamar a la ciudadanía a las urnas en julio. Si lo hace el PNV no será un problema para el presidente.

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