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El drama del cierre de Nissan que Pedro Sánchez prometió que nunca sucedería

26.000 empleos directos e indirectos se van por el sumidero por un "adiós" que el Gobierno desmintió y ahora se confirma. Con un inquietante efecto contagio en el sector.

Pedro Sánchez en el Congreso, al lado de su mensaje de enero

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Yolanda Lorenzo

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3.000 puestos de trabajo destruidos, y un número incierto y abultado más de empleos indirectos que no bajará de 23.000, se marchan definitivamente con el cierre de la planta de Nissan en Barcelona. Un drama a sumar a la ristra de tragedias que jalonan la crónica de España desde hace meses.

Pero éste no iba a pasar. Eso prometió y anunció Pedro Sánchez en enero, cuando el runrún del cierre ya evolucionaba a ruido ensordecedor pero aún había tiempo de reacción para salvar un sector dañado por la crisis y señalado, paradójicamente, por el Gobierno desde que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, anunciara el fin del diésel y hundiera las ventas de esos modelos.

"El mantenimiento de Nissan en Barcelona está garantizado", anunció solemne Sánchez el pasado 22 de enero, revelando un encuentro en Davos con la dirección de la multinacional de la que, según sugería, haría salido un acuerdo que no ha servido para nada.

La inquietud ahora en el sector es terrible. Apenas hay ventas por el coronavirus, otros países de Europa sí han decidido proteger a sus factorías para evitar espantadas y, en plena recesión europea, la tentación de cada país de recuperar la fabricación de sus propias marcas, sobre todo francesas y alemanas, añade nubarrones al panorama.

La falta de respuesta de Moncloa y la Generalitat suma, al desastre, la sensación de que no se ha hecho nada por evitar algo que no era inevitable, según el propio Sánchez. Ahora "los ha destruido directamente el Gobierno con sus irresponsabilidades". A su entender, las empresas "huyen de España" porque el Gobierno "no genera confianza" y "sube impuestos>", en palabras de Teodoro García Egea, número dos de los populares.

El propio presidente del PP, Pablo Casado, ha salido en tromba tras confirmarse la marcha de un emblema de la Barcelona industrial, con otro mensaje dirigido directamente a Pedro Sánchez, al que solo parece librarle la tibieza de los sindicatos, muy poco activos pese a la dimensión del problema:

Solo los propios trabajadores de la planta se han movilizado, con concentraciones mutitudinarias e incluso quema de neumáticos, pero desde el Gobierno la única reacción conocida es la convocatoria de una mesa multilateral con sindicatos y Generalitat que difícilmente cambiará el anuncio oficial de la marca, comunicado por el consejero delegado de la multinacional japonesa, Makoto Uchida.

"Hemos considerado varias medidas para la planta de Barcelona y, aunque es una decisión difícil, tenemos la intención de cerrar la planta y empezaremos las negociaciones y preparaciones". Ahora la pregunta no es si Nissan seguirá en Cataluña, sino si lo harán Citroën o Renault en otras regiones de España.

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