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Sánchez niega un funeral de Estado a las víctimas huyendo de todo rito católico

La ceremonia que prepara el Gobierno para el 16 de julio será civil, laica, al contrario de lo ocurrió tras los atentados de Madrid en marzo de 2004 y de Barcelona en agosto de 2017.

Uno de los minutos de silencio que se vienen guardando en el Congreso.

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Cuando Pedro Sánchez anunció el miércoles en el Congreso la fecha en la que los españoles rendirán tributo a las víctimas de la Covid-19, el presidente del Gobierno se cuidó muy mucho de no hablar de un funeral.

"El próximo día 16 de julio se celebrará la ceremonia de Estado en homenaje a los 27.000 compatriotas que han perdido la vida y también en homenaje a aquellos servidores públicos que han estado en primera línea luchando contra la pandemia durante estos tres meses de Covid", afirmó en sede parlamentaria.

Lo hizo de forma muy consciente. Aunque el Ejecutivo está diseñando aún el acto, va a tratarse de una "ceremonia civil", laica, no religiosa, según La Moncloa. Una en la que tanto los socialistas como sus socios de gobierno, Unidas Podemos, puedan sentirse cómodos. Y ello pasa por evitar cualquier liturgia.

Será, según las mismas fuentes, "la despedida a todos los que han perdido la vida en España por la pandemia y un reconocimiento para sus familiares y para quienes, habiendo sufrido la enfermedad, afortunadamente han sobrevivido".

Ello romperá el precedente más parecido -salvando las distancias- que existe: el de los atentados del 11 de marzo de 2004. Entonces el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ofició un funeral de Estado en la Catedral de la Almudena (el 24 de marzo) presidido por el Rey Juan Carlos y al que acudieron todos los miembros del gobierno, por entonces ya en funciones, de José María Aznar.

También estuvieron representantes de todas las formaciones políticas, empezando por el presidente electo, José Luis Rodríguez Zapatero, y los presidentes de las 17 comunidades. Los madrileños pudieron seguir la ceremonia a través de unas pantallas gigantes instaladas en la plaza de la Armería del Palacio Real, que precisamente será el epicentro del acto del 16-J.

El funeral de Estado celebrado en La Almudena en marzo de 2004 tras los atentados del 11-M.

Una década después, coincidiendo con el décimo aniversario, se celebró un funeral en la misma catedral en recuerdo de las víctimas, también presidida por el entonces monarca y oficiada por Rouco Varela.

Y tras los atentados de Las Ramblas en agosto de 2017 también hubo una misa en la catedral de la Sagrada Familia en recuerdo de las 15 víctimas, así como una ceremonia interreligiosa.

Los mayores de 65 años son, con diferencia, el colectivo con más víctimas del coronavirus. Y también son católicos en su inmensa mayoría. Según el barómetro del CIS de esta misma semana, a partir de esa edad ocho de cada diez encuestados se declaran católicos (a diferencia de lo que ocurre en otras franjas de edad): bien practicantes, el 39,8%; bien no practicantes, el 40,6%. En total, el 80,4%. Pero no tendrán funeral de Estado.

Pedro Sánchez ya innovó en el decreto con el que su Gobierno declaró diez días de luto oficial por los fallecidos en la pandemia, el más largo de la historia de España. Éste decía:

Ahora vuelve a hacerlo. Ya en el acuerdo de gobierno que Sánchez e Iglesias suscribieron en diciembre dejaron claras sus intenciones a la Iglesia: "Haremos las modificaciones legislativas oportunas para facilitar la recuperación de los bienes inmatriculados indebidamente por la Iglesia basadas en el privilegio de inscribir en el Registro de la Propiedad bienes a partir de simples declaraciones de sus propios miembros".

El último punto de fricción entre el Ejecutivo y la Conferencia Episcopal ha sido a raíz de la nueva ley educativa que ha empezado su tramitación en el Congreso y que reduce el peso de la Religión y de la enseñanza concertada.

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