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La conjura: Iglesias tienta a Sánchez con un tripartito con Bildu y echar al PNV

El vicepresidente segundo y líder de Podemos, desdibujado, necesita recuperar el pulso político. Su plan pasa por articular un "gobierno progresista" en el País Vasco. El riesgo es enorme.

Lastra, Echenique y la portavoz de Bildu en el Congreso.

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Precisamente este viernes las primeras 75.000 familias beneficiarias del ingreso mínimo vital -unas 250.000 personas- empezaron a cobrar la prestación de oficio. Con el tiempo, y según las estimaciones del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, serán 850.000 hogares.

La noticia pasó desapercibida en un ambiente impregnado por los repentinos aires pactistas. Pacto con sindicatos y empresarios por la prolongación de los ERTEs, pacto con los autónomos para la renovación del cese de actividad hasta septiembre, pacto en la convalidación del decreto de la nueva normalidad y pacto -éste aún por concretar- en las conclusiones de la Comisión de Reconstrucción. Y todos ellos con un denominador común: la nula intervención de Pablo Iglesias.

El vicepresidente de Derechos Sociales ha perdido fuerza en el Gobierno de coalición a pesar de conservar su melena intacta, a diferencia de Sansón. Y la rentabilidad política de su medida estrella, ese ingreso mínimo vital, ha durado poco más que lo que duró el pacto de Pedro Sánchez con Bildu para una derogación íntegra de la reforma laboral. Por no hablar de lo que apesta su cloaca.

Desdibujado en el Consejo de Ministros y castigado por las encuestas, Iglesias tiene un plan para recuperar el terreno perdido, para devolver a Podemos al centro del tablero político. Y pasa por el País Vasco. Solo que a Pedro Sánchez no le va a gustar.

Las encuestas dan al PNV como el claro ganador de las elecciones del 12 de julio, pero sin mayoría absoluta, por lo que Íñigo Urkullu habría de volver a recurrir a los socialistas de Idoia Mendia.

Sin embargo, algunas de esas encuestas sitúan a un hipotético tripartito del PSE, Podemos y Bildu por delante. He ahí donde quiere llegar a parar Iglesias: sacudir el árbol vasco y tentar a Pedro Sánchez con conformar un nuevo "gobierno progresista", en palabras del diputado de Unidas Podemos por Álava Juan López de Uralde.

En ésas está Elkarrekin Podemos, cuya candidata, Miren Gorrotxategi, proclamó este jueves: "En Euskadi se dan las condiciones para construir un gobierno progresista tras 40 años de gobierno de la derecha vasca y la patronal".

Una vez que Pedro Sánchez cruzó en Navarra la línea roja que jamás se atrevieron a traspasar ni José Luis Rodríguez Zapatero ni Alfredo Pérez Rubalcaba aceptando la ayuda de Bildu para investir presidenta a María Chivite, ¿por qué no en el País Vasco?

El escenario es lo más parecido a una manzana envenenada que Iglesias quiere darle a morder a Sánchez. Apetitosa, pero letal, porque desalojar a Urkullu de Ajuria Enea sería ganarse al PNV como enemigo para los restos. Y, salvo que el presidente tenga un plan distinto, a la vuelta del verano los necesitará para los Presupuestos.

Por supuesto Urkullu a estas cábalas, y de hecho este viernes mandó un mensaje nítido a Sánchez desde Radio Euskadi: "Yo sé de las tentaciones que puedan existir en determinadas formaciones políticas y, más allá de las tentaciones, el discurso que está haciendo algunas formaciones políticas con el planteamiento de una alianzas de izquierdas", sostuvo.

La presión para Sánchez de uno y otro lado si dan los números va a ser enorme. En cualquier caso, el sistema de investidura en el Parlamento vasco es distinto al del Congreso. Y no permite bloqueos. Si un candidato no es elegido por mayoría absoluta, a las 24 horas el Pleno vota por segunda vez y los partidos han de elegir entre los candidatos propuestos. El que saque más votos gana, como en los ayuntamientos. No vale abstenerse. Así que la solución no se eternizará.