TV3: 36 años de apartheid lingüístico echados a perder por una serie adolescente
Tan acostumbrado está el independentismo a usar los medios públicos catalanes como instrumentos de propaganda y exclusión que la primera serie bilingüe ha provocado su peor reacción.
Ni la pandemia ni las 12.556 muertes que hasta la fecha han registrado las funerarias de Cataluña parecen haber cambiado las prioridades del independentismo.
La consejera de Cultura de la Generalitat, Mariàngela Vilallonga, denunció este martes que TV3 se está descarriando por incluir algunos contenidos parcialmente en castellano y no solo en catalán. Concretamente señaló que a veces ve "demasiado castellano en TV3" y que por momentos no dista de una televisión... española. Para más inri, Villalonga es catedrática de Filología Latina de la Universidad de Gerona.
Precisamente TV3, que en su parrilla tiene programas -como Preguntes Freqüent- tan obsesionados con la pureza lingüística que sus presentadores son capaces de preguntar y repreguntar en catalán aunque sea una lengua desconocida para sus invitados. Que se lo pregunten al alcalde de Medellín, que lo vivió en carne propia.
La polémica viene a cuenta de la emisión, el lunes, de los dos primeros capítulos de Drama, la primera serie bilingüe de TV3 en sus 36 años de historia. Ésta combina el catalán y el castellano pero ni siquiera a partes iguales, puesto que la lengua oficial en toda España solo representa el 30% de los diálogos.
Aun así, no respeta los cánones que han venido imponiendo los sucesivos gobiernos autonómicos, porque no está producida por TV3, sino que es una producción de RTVE a través del canal Playz en colaboración con El Terrat, propiedad de Andreu Buenafuente.
En concreto, se trata de un trueque: Playz ha cedido gratis a la cadena catalana la primera temporada de Drama a cambio de la primera temporada de otra serie producida por TV3, Merlí.
Empar Moliner, uno de los rostros más conocidos de la cadena, con una estelada.
El enfado de la Generalitat de Quim Torra ha llegado hasta los despachos del director de la televisión pública catalana, Vicent Sanchis, y de la presidenta en funciones de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), Núria Llorach. Lo curioso es que la consejera de Cultura no solo reconoció este martes en la SER que había dado un toque de atención a ambos, sino que se jactó de ello.
Se jactó, en definitiva, del férreo control que ejerce la Generalitat sobre TV3, pieza clave en el engranaje del independentismo. De hecho el enfado de los de Torra viene a cuenta de que este mismo mes el Govern, a través de la Consejería de Cultura, ha inyectado a la CCMA seis millones de euros más para el para el fomento de obras audiovisuales y cinematográficas catalanas de nueva creación.
Se trata de una subvención a mayores del premio gordo, porque en los Presupuestos de la Generalitat para 2020 (aprobados en abril) figura una partida de la Consejería de Presidencia de 297,59 millones de euros para los medios públicos catalanes bajo el paraguas de la CCMA, con TV3 como joya de la corona. La cifra equivale a 3,5 veces el presupuesto de Radio Televisión Madrid (83 millones de euros en 2019, este año el Gobierno aún no ha aprobado las cuentas públicas) y dobla el de Canal Sur (140,9 millones en 2020).
Lo increíble es que la Generalitat dude ahora de la fidelidad a la causa de una cadena cuyo director, Vicent Sanchis, fue imputado por desobediencia difundir publicidad sobre el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. También lo fueron el director de Catalunya Ràdio, Saül Gordillo, y la propia presidenta de la CCMA. Los tres están a las puertas de ser procesados tras la instrucción del Juzgado 13 de Barcelona.
Teóricamente, la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales está obligada, según su normativa, a promover la cultura y la lengua catalanas, pero también a reflejar "la diversidad de nuestra sociedad actual".
Sin embargo, son constantes las denuncias de Ciudadanos y del PP por su marcado carácter propagandístico al servicio del independentismo. Hasta el PSC sostenía en la ponencia marco de su último Congreso, a finales de 2019, que la televisión y la radio públicas catalanas se habían convertido en "instrumentos de agitación y propaganda al servicio de una determinada idea política de Catalunya".