Podemos no frenará su campaña contra Felipe VI para tapar el 'caso Dina'
El partido de Pablo Iglesias tiene decidido elevar el tono contra la Corona pese a haberse comprometido a no hacerlo al llegar al Gobierno.
En Podemos lo tienen claro. Por convicción pero, sobre todo, por necesidad: la presión a la Corona no decaerá. Ni se le pondrá un cortafuegos a Felipe VI frente a los problemas judiciales de su padre, don Juan Carlos.
La decisión la ha tomado Pablo Iglesias en persona, el mismo que hace un año hablaba bien del Monarca y se había comprometido con Pedro Sánchez a "congelar" su viejo discurso contra el "Régimen del 78", del que la Corona es su máximo emblema. Y lo ha hecho con el respaldo pleno de su núcleo duro, y en especial de Irene Montero y Pablo Echenique.
Se lo reconocen a ESdiario desde el entorno de la dirección de Podemos, que niegan toda relación entre esa decisión y la polémica incesante de Iglesias a cuento de Dina Bousselham, que ha derivado en un problema judicial de muy incierto futuro para el líder de la formación.
"Ese debate está en la calle y nosotros no podemos estar al margen", se justifican. Aunque más allá de la retórica y del daño reputacional, poco pueden hacer más desestabilizar a la Casa Real. Las palabras de Pedro Sánchez resucitando la idea de retirar la "inviolabilidad" al Rey Felipe, animan en un discurso que ya dejó una prueba en plena pandemia, cuando Podemos instigó una cacerolada contra el Jefe de Estado.
Ese discurso contra el Rey ya ha sido puesto negro sobre blanco por el propio Iglesias, que ha intensificado su presión contra Felipe VI a través de un mensaje en Facebook en el que ha señalado que "resulta complicado desvincular los presuntos delitos cometidos por Juan Carlos I de su condición de rey, que ostentó durante 40 años; y resulta complicado también ignorar que la monarquía es una institución hereditaria en la que la legitimidad descansa precisamente en la filiación".
Desde el PSOE, pese a las palabras de Sánchez, se desmiente mientras con rotundidad que Moncloa participe en un plan de desgaste de la Corona en un momento terrible de inestabilidad institucional, temor sanitario y rebrote de las tensiones territoriales con el horizonte de las Elecciones Catalanas de octubre como mecha de un nuevo polvorín.
La Casa Real, mientras, guarda silencio. Pero la procesión va por dentro y don Felipe ha optado por la discreción en público y la reflexión en privado. Es consciente del daño que ha hecho el caso de su padre, pero también del afecto popular que conserva, visible en su gira ya iniciada por 17 destinos autonómicos. Ésa es su "bala de plata": él puede pasear entre aplausos por toda España. Otros no puede salir de casa sin escolta.