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Iglesias iguala el récord de la peor IU y traza un plan de emergencia

La dirección de Podemos rumia en silencio la tremenda derrota del domingo, que también preocupa en el PSOE por los efectos colaterales que tendrá en el Gobierno de coalición.

Pablo Iglesias en una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

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No es Podemos el que el domingo sufrió un batacazo de proporciones bíblicas, sino su "espacio político". Eso afirmó Pablo Iglesias en una valoración de urgencia en su cuenta de Twitter.

"Nos toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que sin duda hemos cometido", añadió. Pero de momento lo que este lunes imperó en la dirección del partido fue el silencio sepulcral, solo roto por algunos de sus ex más ilustres, como Íñigo Errejón y Ramón Espinar, que ajustaron algunas cuentas pendientes.

Iglesias reunirá esta semana al Consejo de Coordinación Estatal del partido -probablemente de forma telemática- en un momento delicadísimo para la formación morada, solo seis años después de haber dado la campanada en unas elecciones europeas consiguiendo cinco eurodiputados contra pronóstico.

Tanto que en Galicia, con ese minúsculo 3,93% de Antón Gómez-Reino, Podemos ha igualado el récord de la peor Izquierda Unida: la de las elecciones generales de 2008, cuando con Gaspar Llamazares al frente la candidatura obtuvo solo dos diputados en el Congreso y el 3,77 % del porcentaje de voto. Esa misma noche Llamazares anunció que no se presentaría a la reelección como coordinador general. Ni pudo ni quiso maquillar el desastre.

Por contra, el plan de emergencia de Iglesias pasa por aferrarse a su cartera de vicepresidente de Derechos Sociales y condicionar más las políticas de Pedro Sánchez como único bote salvavidas posible para su partido. Por eso en Ferraz y en La Moncloa torcieron el gesto al ver la magnitud de la derrota de su socio en las urnas del 12-J. No se la esperaban de tal calibre y tampoco creen que les venga bien.

Preocupa en el PSOE que el líder de Podemos pretenda embarrar el terreno de juego del Consejo de Ministros, más ahora con una Nadia Calviño más débil. Pero desde el socialismo avisan: el presidente es Sánchez y Podemos el socio minoritario.

El parte de bajas de la formación morada habla por sí mismo, aunque la reciente reelección de su líder en la tercera Asamblea Ciudadanos (celebrada en mayo, en pleno estado de alarma), la desaparición de cualquier voz crítica y su guardia de corps de fieles lo disimule.

A día de hoy Podemos ha desaparecido de los parlamentos autonómicos de Galicia, Castilla-La Mancha y Cantabria. Su representación es mínima en los de Castilla y León (un diputado), La Rioja, Murcia, Navarra (dos en cada uno) y Asturias, Extremadura y Canarias (cuatro en cada uno).

Curiosamente donde más presencia tiene es en la Asamblea de Madrid, con siete diputados, y ello después del cisma que se produjo con Más Madrid. En Andalucía rompieron con Teresa Rodríguez y en Cataluña pintan bastos para los comunes en la cita electoral tras el verano (aún sin fecha).

Los ciudadanos han conocido su gestión en los ayuntamientos de Madrid, Zaragoza, La Coruña, Ferrol, Santiago de Compostela... y de todos les echaron en las municipales del año pasado. Sobreviven, y a duras penas, en los de Barcelona y Valencia.

Por eso necesita un revulsivo. Y esta vez no tiene con él al mago Pablo Gentili, su exjefe de Gabinete, que dejó España para irse al Gobierno de Argentina después de ver cómo Iglesias se hacía con el objetivo marcado: sentarse en el Consejo de Ministros.

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