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Zapatero coloca su agenda inacabada a Sánchez: tras EE.UU y ETA, ahora Gibraltar

La línea directa entre el expresidente e Iglesias y su influencia en la política de La Moncloa causa recelos en el propio PSOE. Así va dejando su huella.

Sánchez y Zapatero, en un acto en el que coincidieron.

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"Parece que está tratando de acabar lo que no terminó, o no le dejaron...". Esta frase de un veterano dirigente del PSOE, que fue alto cargo de los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero, refleja a la perfección el sentir de un sector de los socialistas, que ven con creciente preocupación la larga mano del ex en La Moncloa.

La última prueba de que la sombra de Zapatero es cada vez más alargada en el Gobierno progresista se ha producido en estas últimas horas con una decisión, la de la reunión bilateral de la ministra Arancha González Laya con el Ministro Principal de Gibraltar, Fabián Picardo. Una reunión que, según confirman a ESdiario fuentes diplomáticas, ha provocado sarpullidos en el Palacio de Viana, sede de la Diplomacia española.

Pero Pedro Sánchez no ha hecho más que retomar un dosier inacabado de Zapatero. González Laya se ha limitado a retomar la estrategia que impulsó Miguel Ángel Moratinos y que abortó José Manuel García-Margallo: dar a Gibraltar estatus de interlocutor diferenciado de Reino Unido. Sánchez retoma así aquel Foro Tripartito de Zapatero, que sentó a la mesa a Moratinos, a su colega británico y al jefe del Peñón. Como en otras cosas, Sánchez no se ha limitado a seguir la agenda de ZP, ha ido aún mucho más lejos.

El gobierno de Pedro Sánchez es el primero en la historia que se reúne de tú a tú con el jefe de Gibraltar.

Y es que con Gibratar, Sánchez ha hecho como con su estrategia con el mundo proetarra: acabar lo que Zapatero quería hacer pero no pudo. Convertir, tras normalizarlo y blanquearlo, a Bildu como interlocutor político válido. De hecho, el expresidente sacó la cara hace unos días por Otegi y los suyos y defendió que el PSOE tenga relaciones permanentes con los batasunos.

Así que a su sucesor en La Moncloa no le ha importado lo más mínimo las peticiones de las víctimas y la renovada campaña de acoso de los radicales -que ha tenido como víctima a la propia líder del PSE, Idoia Mendia- y ha acelerado como nunca antes hizo ningún presidente el acercamiento de los presos etarras a cárceles vascas. Cruzando otra línea que Zapatero no pudo rebasar, Fernando Grande-Marlaska ha dado beneficios incluso a los más sanguinarios terroristas y varios que ni siquiera han pedido perdón a sus víctimas.

La línea directa de ZP con Iglesias, que se volvieron a reunir este miércoles, provoca recelos en un sector de PSOE.

La tercera carpeta que Zapatero ha impuesto a Sánchez es la de la política exterior. Una agenda que provoca muchos recelos en un amplio sector del PSOE -tradicionalmente atlantista- por el papel que está jugando el expresidente en América Latina. Aún recientemente, Zapatero reclamaba a Europa una especie de castigo a Estados Unidos por su estrategia en Venezuela.

Cabe recordar que Sánchez ya emuló a Zapatero también en este asunto. Si este último enfadó a George Bush al no levantarse al paso de la bandera de Estados Unidos en un desfile, Sánchez irritó a Donald Trump al retirar unilateralmente a la fragata Méndez Núñez de una agrupación militar internacional. Una decisión que, por cierto, le costó muy caro a la empresa pública Navantia.

Y así, rehabilitado pese a la catastrófica situación en la que dejó a España tras abandonar el poder, Zapatero vuelve a estar más presente que nunca en los aledaños de La Moncloa. Y como ironiza el dirigente socialista arriba citado: "Segundas partes nunca fueron buenas...".