Torra y Urkullu mandan al Ejército a rastrear a otro lado: no quieren su ayuda
Cataluña y el País Vasco se han apresurado a rechazar la ayuda de los militares, como hicieron en la primera oleada. Entonces acabaron teniendo que recular, a ver ahora.
El País Vasco y Cataluña cierran una vez más sus puertas al Ejército. No lo quieren cerca, ni para ayudar.
El martes Pedro Sánchez puso a disposición de las comunidades autónomas 2.000 rastreadores de las Fuerzas Armadas Española, debidamente instruidos, para ayudar en una labor tan capital como lo es la detección de los contactos de un positivo, y el seguimiento de estos.
Galicia fue la primera en aceptar la mano tendida del Ejército; después le siguieron la Comunidad Valenciana y otras. Durante los dramáticos meses de marzo y abril, éste jugó un papel crucial en la desinfección de espacios, el montaje de varios hospitales de campaña (el de Ifema entre ellos) y el auxilio a las residencias de ancianos donde fue requerida la Unidad Militar de Emergencia (UME).
Todas las comunidades autónomas han visto con buenos ojos el ofrecimiento de los militares. "El Ejército está siempre para ayudar", presumió el martes la ministra de Defensa, Margarita Robles. Todas menos dos: las de siempre.
La consejera de Salud del Gobierno vasco y la portavoz del Gobierno catalán se han apresurado a rechazar la ayuda del Ejército, pese a que ambas comunidades están atravesando una situación complicada.
Nekane Murga destacó que en el País Vasco hay alrededor de 300 rastreadores y el Ejecutivo regional está en coordinación con los ayuntamientos y diputaciones para vigilar el aislamiento de los positivos o sus contactos. Y añadió: "Creemos que, en este momento, es más importante este trabajo de mejorar los aislamientos y seguir haciendo una labor de rastreo". Pese a que el popular Carlos Iturgaiz pidió a Íñigo Urkullu que aceptara la ayuda.
Por su parte, Meritxell Budó sostuvo que entiende que haya comunidades que necesitan "ayuda" de las Fuerzas Armadas para hacer los rastreos, pero que no es el caso de Cataluña. Según Budó, la Generalitat ha aumentado su número de rastreadores.
Cataluña ha superado los 104.000 casos. El País Vasco va camino de los 26.000. Ambas también pusieron reticencias a la ayuda militar en la primera oleada, aunque finalmente no les quedó otra que avenirse a razones. Quim Torra tuvo que hacer de tripas corazón y aceptar su presencia en la desinfección del aeropuerto del Prat y del puerto de Barcelona, entre otras acciones. E Íñigo Urkullu, la del aeropuerto vizcaíno de Loiu.