¿Dónde está Pablo Iglesias? La "fuga" del líder de Podemos dura ya casi un mes
La tierra se ha tragado al vicepresidente segundo, desaparecido todo el verano entre sospechas y escándalos que promete un septiembre muy duro para él.
Si hay algo por lo que el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, se ha hecho célebre es por su afición a la gran evasión mediática cada vez que pintan bastos para él o para su formación.
Tras las elecciones del pasado 12 de julio en Galicia, donde los morados cayeron fulminados hasta quedar fuera del parlamento de esta comunidad autónoma, tardó días en reaparecer en un medio de comunicación. Tan sólo se limitó a publicar, en la noche de aquella humillación electoral, un tuit en el que venía a hacer lo propio en la izquierda radical: socializar las pérdidas.
"Nuestro espacio político ha sufrido hoy una derrota sin paliativos. Perdemos buena parte de nuestra representación en el Parlamento Vasco y quedamos fuera del Parlamento de Galicia. Nos toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que sin duda hemos cometido", añadió el líder morado que, no obstante, habló de una "derrota sin paliativos".
En agosto esta tendencia a la fuga de Iglesias se ha amplificado con creces y todo, debido a los serios problemas judiciales que afronta su formación. Dos son, en este sentido, los hitos que han marcado la nueva huida mediática del número tres del Gobierno de Pedro Sánchez: la decisión de un juez de Madrid de imputar a Podemos como persona jurídica, así como a varios miembros de la cúpula, algunos de ellos de la máxima confianza de Iglesias, por financiación ilegal a través de una caja B.
Y el informe del fiscal del Tribunal de Cuentas, que ha identificado posibles delitos electorales cometidos por los morados en las elecciones del 28 de abril de 2019, mediante "contratos simulados" con Neurona, la consultora cuya cara visible era por aquel entonces el cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero.
El irónico cartel de mofa de Iglesias que se ha hecho viral
Con esta tormenta judicial y siendo el mes vacacional por excelencia, Iglesias -habitualmente locuaz cuando los casos de corrupción afectan a partidos del centro derecha- ha optado por un silencio absoluto que está a punto de cumplir un mes. Ni una sola aparición pública. Nada en su agenda institucional u orgánica, ni siquiera entrevistas, como la última que concedió a Telecinco el 4 de agosto. Y lo hizo fundamentalmente para atacar a la Monarquía, tras el anuncio, un día antes, de Casa Real, de que don Juan Carlos había salido temporalmente de territorio nacional.
A ello se han sumado sus planes para pasar un descanso estival lo más discreto posible en compañía de la ministra de Igualdad, Irene Montero, y los hijos de ambos, que acabaron con la denuncia pública por parte de Podemos de acoso a sus líderes, las cuáles no han sido confirmadas ni policial ni judicialmente.
Plantón a los consejeros autonómicos
El mutismo del vicepresidente segundo ha sido tal que ni siquiera acudió a la reunión con los consejeros de Asuntos Sociales de las diferentes comunidades autónomas para analizar la situación de las residencias de mayores ante la que parece ser, cada vez más, la segunda oleada del coronavirus. Iglesias, que en marzo presumía de ser el "mando único" en la materia, envíó el lunes pasado a un secretario de Estado en su lugar.
El martes, el PSOE le echó una mano a Iglesias en su estrategia del avestruz. Los votos de los socios de gobierno de Podemos impidió que el vicepresidente segundo tenga que dar explicaciones urgentes en el Parlamento por la corrupción de los morados.