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Los líderes históricos de UGT y Comisiones dan a Iglesias una clase de historia

Nicolás Redondo, Cándido Méndez, Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo se suman a los cuatro expresidentes del Gobierno en su defensa de Martín Villa, víctima de una cacería de Podemos.

El exministro Rodolfo Martín Villa, el objetivo del último linchamiento revisionista de Podemos.

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M.B

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El exministro de la UCD, Rodolfo Martín Villa, se ha convertido -junto al Rey Juan Carlos- es una de las piezas que Podemos quiere cobrarse en su agenda revisionista de la historia de España. Y este jueves, Martín Villa tiene cita con la juez argentina María Servini.

Este martes, los cuatro expresidentes del Gobierno, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, solemnizaron su respaldo expreso a Martín Villa por su papel decisivo en la Transición. Ese apoyo a Pablo Iglesias le ha parecido "una vergüenza".

Pero si no quieres té, taza y media. Desde la propia izquierda, al líder de Podemos y vicepresidente tercero del Gobierno le ha llegado 24 horas despúes una impagable lección de Historia.

Los exlíderes de UGT Nicolás Redondo y Cándido Méndez; y de Comisiones Obreras, Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo avalan también la figura de Martín Villa y su actuación durante la Transición española en las cartas que, a título personal, han remitido a la juez Servini. Gutiérrez llega a afirmar en su misiva que querellas como la tramitada por la juez "arruinan la memoria democrática" española.

La magistrada interrogará este jueves al exmandatario por presuntos delitos de lesa humanidad, cometidos entre 1976 y 1978, en el caso que investiga sobre los crímenes franquistas, y lo hará por videoconferencia con el consulado argentino en Madrid, donde acudirá el exministro.

En su carta, Gutiérrez explica en su testimonio que "contra lo que se aduce en la querella presentada contra Rodolfo Martín Villa, atribuyéndole la responsabilidad directa de la actuación policial en los sucesos de Vitoria".

Lejos de ello, añade que gracias a que en ausencia de un ministro titular tan temperamental que exclamaba "¡la calle es mía!", en los citados años estuvo activo, entre otros, a Rodolfo Martín Villa "volcado justo en lo contrario, en compartir el espacio público, físico e institucional, para que de una vez pudiéramos convivir en paz, se puso fin a la tragedia de Vitoria". "Él no mandó disparar, sino templar; y lo consiguió", añade.

Además, Gutiérrez advierte a la juez Servini de que "una forma de arruinar la memoria democrática es sustentar querellas como la que culpa de delitos tan atroces como falsos a Rodolfo Martín Villa asociados al proceso de Transición a la democracia. Convertir aquel logro colectivo en una frustración histórica solo beneficiaría a quienes alientan el resentimiento".

Por su parte Cándido Méndez realiza una argumentación coincidente al referirse a "los terribles sucesos de marzo de 1976 en Vitoria, "hecho injustificable y que exige de una total reparación en relación con los responsables materiales o políticos". "Sin embargo -añade-,, esa reparación no puede extraerse imputando un delito de genocidio, o crímenes contra la humanidad, a responsables políticos que, en aquellas fechas, y en otras posteriores, estaban esforzándose precisamente para generar las condiciones de asentar cuanto antes una sociedad pacífica, libre y democrática, con respeto a los cauces democráticos de la libertad de expresión".

También defiende a Martín Villa el histórico líder de UGT Nicolás Redondo, máximo dirigente del sindicato desde 1976 a 1994, quien expresa en su testimonio que los que combatieron la dictadura franquista encontraron "compañeros de aventura en personas como Rodolfo Martín Villa". Agrega que quienes protagonizaron la Transición "pretendieron, entre ellos personas como Martín Villa, hacer de las dos Españas una, amplia, acogedora y respetuosa con los diferentes modos de sentir, de pensar, de ver la vida y el mundo".

En su carta, el secretario general de CC.OO. José María Hidalgo escribe que "Rodolfo respeta a todos los interlocutores empezando por los que taxonómica mente serían sus oponentes. Su gran amistad con líderes políticos de la izquierda le acredita no solo como persona dialogante sino de mucha inteligencia porque, para él, el diálogo es una cuestión ética".

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