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Moncloa no se atreve a confinar Madrid pero va a saco a por la Puerta del Sol

El pulso de Moncloa a la Puerta del Sol no va a detenerse, pero no incluirá medidas traumáticas de entrada. La moción de censura sigue sobre la mesa, pese la resistencia de Gabilondo.

Una imagen distinta de Ayuso, en Sol

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Yolanda Lorenzo / Javier Rodríguez

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La Comunidad de Madrid no será confinada, créandose una especie de gueto que impidiera salir de ella a "perjudicar" a otras Comunidades limítrofes, caso de Castilla-La Mancha o Castilla y León. Era una idea con la que se había coqueteado, pese a que la mortalidad proporcional de Madrid es de las menores de España junto a la de La Rioja. Pero conseguido el efecto político deseado, el sanitario está descartado.

El propio ministro del ramo, Salvador Illa, lo ha tenido que reconocer en una entrevista en el circuito catalán de la Cadena Ser, pese a que en la víspera llegaron solemnes advertencias públicas y discretas reuniones privadas para estudiar el "cerco" de Madrid y estigmatizar a su Gobierno, con Isabel Díaz Ayuso al frente.

Lo dijo con claridad, pese a las presiones terribles de presidentes como Emiliano García Page, capaz de acusar a Madrid de albergar una "bomba radiactiva virológica" que explicaría a su juicio la pandemia en Castilla-La Mancha. "Hay que pensarse mucho las medidas para contener el virus", dijo Illa para rechazar el confinamiento madrileño.

Lo que sí existe es una plan estable de acoso y derribo de Ayuso mediante una moción de censura que, con el acercamiento de Inés Arrimadas a Pedro Sánchez, vuelve a resurgir. Si acaso alguna vez pasó. La decisión de Moncloa es firme, la segunda "oleada" de coronavirus da una "excusa" perfecta y el hombre del sanchismo en la región, el Delegado José Manuel Franco, está inmerso en la operación al 100%.

Junto a él, viejos barones regionales como el senador José Cepeda, portavoz adjunto del partido y firmante de la carrera política con más cambios de postura dentro del PSOE que se recuerda: lo mismo es paladín que detractor de Tomás Gómez que forofo o enemigo del propio Sánchez. Ahora está a la vera de Franco y de Ferraz, junto a los alcaldes socialistas madrileños más dispuestos a empujar a Ayuso.

"Cepeda es un superviviente que se acerca al sol que más calienta. Lleva años sobreviviendo en el partido y en distintos cargos por la cuota de militantes que ponía en los Congresos. Su sueño siempre fue ser presidente de la Comunidad de Madrid, y ahora está en echar a la inquilina de Sol, sin duda", explican a ESdiario fuentes socialistas de la vieja guardia.

El problema para el PSOE es que el beneficiario de la moción de censura, Ángel Gabilondo, no está por la labor. No sea alinea con Franco y Cepeda, y no ve con buenos ojos que, en plena tragedia nacional, se dedique tantas energías a un cambio de Gobierno.

Quizá por eso suene insistentemente para cargos de relumbrón que le liberen de ataduras madrileñas y le permita a su partido lanzar la ofensiva definitiva: el Defensor del Pueblo es el destino que más se ha barajado, aunque todo son especulaciones.

La moción de censura

No lo son para el PP madrileño, bien consciente ante ESdiario de la existencia de una carrera para derribar como sea a Ayuso. Y no del todo convencidas del papel de Ciudadanos, a quien fuentes populares sitúan "más cerca de la oposición que del Gobierno casi desde el principio", por mucho que consideren inviable que Ignacio Aguado se sume a una fiesta para lograr una vicepresidencia que ya tiene o una presidencia que la ciudadanía, creen, no respetaría.

Pero llegado el caso, Ayuso tiene un botón rojo que solo ella puede activar: el adelanto electoral, que debería anunciarse, eso sí, antes de que se registrara una moción de censura. Si ésta llega a consignarse antes de que la presidenta regional disuelva la Cámara, la convocatoria de Elecciones ya sería imposible. Justo eso es lo que le ocurrió a Mariano Rajoy.