Pánico en Podemos: Calvente tira de la manta y el juez planea ponerle protección

Dice el manual de la política interna de los partidos que jamás hay que disparar al tesorero. Tampoco al jefe de los Servicios Jurídicos, habitual guardián de los secretos más inconfensables de las formaciones. Y si una imagen refleja mejor que ninguna la situación por la que atraviesa el exabogado de Podemos, José Manuel Calvente, es la que se ha producido este jueves en el despacho del juez de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón.

Calvente ha roto literalmente a llorar, ante el magistrado, el fiscal jefe Anticorrupción y las partes personadas en la pieza Dina, al relatar las amenazas que está recibiendo y los temores que sobre su seguridad y la de su familia mantiene.

Cómo será que el magistrado ha interrumpido momentáneamente el interrogatorio para que Calvente se calmara. Y que García Castellón ha ordenado deducir testimonio de esa denuncia del testigo de cargo contra Pablo Iglesias por si fuera necesario ponerle protección policial.

Pero Calvente se ha sobrepuesto y, como se dice literalmente, ha tirado de la manta. Muy relevante esta actitud si se tiene en cuenta que abogado ha comparecido en el caso Dina como aperitivo de la gran causa contra Podemos: la que investiga el juez de Instrucción 42 de Madrid, Juan José Escalonilla, que rastrea lo mollar: la financiación del partido de Pablo Iglesias.

Así que una sensación de pánico comienza a instalarse en la sede nacional de los morados después de comprobar que Calvente ha señalado con nombres y apellidos a los instigadores del "montaje" sobre el supuesto robo del teléfono de Dina Bouselhamm.

No fueron las cloacas de Villarejo sino Pablo Iglesias, Irene Montero y Juanma del Olmo, el hombre que más poder y secretos acumula en la actualidad en la estructura podemita. Y al que el juez Escalonilla ha citado a declarar el próximo 20 de noviembre como imputado sobre la supuesta caja B. Por cierto, también denunciada por Calvente.

Cabe recordar que Calvente ha declarado este jueves en el marco de la pieza separada número 10 de la macrocausa Tándem, en la que se investiga el robo del teléfono móvil de Bousselham en 2015 cuando era asesora del líder de Podemos, Pablo Iglesias, entonces eurodiputado, y el posterior uso de sus datos y difusión.

José Manuel Calvente se ha llegado a derrumbar ante el juez y el fiscal-jefe al relatar las amenzas de que sufre desde hace meses.

Fuentes jurídicas que han asistido al interrogatorio han explicado que el exabogado -que se ha explayado respondiendo "con notable firmeza" a todas las partes durante cerca de tres horas- ha apuntado directamente a la cúpula del partido y en concreto a Iglesias, a Montero, y a Juanma del Olmo, como los artífices de la estrategia (falsa y manipulada) para usar el robo del teléfono de Bousselham para denunciar esa supuesta operación de las cloacas del Estado contra Podemos.

Calvente ya apuntó a este triunvirato -con del Olmo como jefe del aparato- en su declaración ante el juez Escalonilla que ha derivado en la citación el próximo 20 de noviembre de éste; la gerente de Podemos, Rocío Esther Val; y su tesorero, Daniel de Frutos.

La Fiscalía asegura que Calvente no ha aportado pruebas documentales sobre la supuesta financiación irregular del partido de Iglesias por lo que pide al juez que limite su investigación a los contratos de la consultora Neurona, próxima a Juan Carlos Monedero.

Sin embargo, la confesión de este jueves de Calvente sobre las amenazas y presiones que está recibiendo apuntalan una convicción de muchos: que tras ser despedido el exabogado se llevó diversa documentación altamente comprometedora para Iglesias.

Su secretario de Organización, Alberto Rodríguez, no ha dejado de acechar a Calvente para que devuelva diverso material informático. Y vista su declaración en la pieza Dina, apenas un aperitivo de lo que se avecina para la cúpula podemita, el juez Juan José Escalonilla ya sabe que tiene mucho donde rastrear. Calvente va a volver a tener en su juzgado la oportunidad de seguir tirando de la manta.