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Los vídeos de "la manada" de los afganos: ¿Violación grupal o denuncia falsa?

ESdiario ha accedido a las declaraciones de las tres hermanas norteamericanas que acusan a tres jóvenes afganos de haberlas violado hace nueve meses. La defensa cree que se lo inventaron.

Los tres afganos acusados.

Publicado por
Alfonso Egea

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Han tenido que pasar casi 10 meses para que las tres hermanas norteamericanas que denunciaron haber sido violadas en Murcia por un grupo de afganos hayan ratificado su denuncia ante el juez del caso.

Sucedió el pasado jueves por la tarde, en horario poco habitual para este tipo de diligencias, pero es que las tres chicas declararon por videoconferencia, asistidas por un traductor, dos de ellas desde Estados Unidos y la tercera desde Francia, país en el que se encuentra cursando sus estudios.

Mientras tanto, los tres investigados, tres jóvenes de origen afgano, han visto paralizadas sus vidas ante la gravísima acusación que pende sobre sus cabezas. De hecho, uno de ellos, residente y estudiante universitario en un país europeo, ha perdido todo el curso académico y quién sabe si la residencia en ese país y tal vez esos estudios universitarios.

Ante semejante situación, la declaración prestada por las tres hermanas presuntamente víctimas de la violación resultó ser como poco decepcionante. Ellas ratificaron sus denuncia, pero a la hora de regatear los interrogatorios de las partes, sobre todo las preguntas de la defensa de los acusados, se mostraron torpes, contradictorias y como poco inexactas. Y no hablamos aquí de las más que razonables contradicciones fruto de los nervios y el estrés post traumático que sufren las víctimas de delitos sexuales.

Aquí existe la sensación más que fundada de que tres chicas decidieron denunciar a tres chicos por actos que no se compadecen con la realidad de los hechos. Así que por ellas, por esas otras víctimas, es justo repasar la declaración de las tres hermanas sobre lo que sucedió el día de autos.

La versión de los tres chicos es breve: salieron a celebrar el Año Nuevo, conocieron a tres chicas, pasaron la noche con ellas y a la mañana siguiente las acompañaron a la estación de autobuses. Y para colmo hay vídeos, pero de eso hablaremos después.

Las chicas le han asegurado al juez que conocieron a los tres chicos en un pub de Murcia. Dos de ellas se habían trasladado desde Estados Unidos a la ciudad para visitar a su hermana que se encontraba cursando estudios en nuestro país. La pasada Nochevieja decidieron salir a divertirse y fue cuando coincidieron con los investigados en un bar. Según su relato prestado el pasado jueves el local en cuestión estaba abarrotado. De hecho una de ellas explica que había tanta gente que para moverse por el bar iban cogidas de la mano para no perderse.

Es fácil imaginar el ambiente de un bar atestado durante la madrugada de Año Nuevo. Lo que cuesta más trabajo entender es que cómo los agresores pudieron estar durante 30 minutos, según las chicas, abusando de ellas con tocamientos de lo más íntimos y llegando incluso a los mordiscos sin que nadie alrededor en el bar reaccionara, sin que ellas, juntas o por separado, pudieran pedir ayuda, sin que nadie interviniera para impedir el acoso y el abuso de tres hombres a tres mujeres a la vez. Ni uno solo de los testigos del bar recuerda lo que las chicas cuentan. Más bien lo que hubo allí fue el primer episodio de un encuentro que subiría de temperatura en los domicilios de las chicas y de los chicos.

Y ahí llega otra de las grandes contradicciones. Si damos por bueno que las chicas no pudieran pedir ayuda en el pub, que se bloquearan por miedo, como han relatado. ¿Qué pasó en la calle? Centro de Murcia, 1 de enero, madrugada, todo el mundo está de fiesta. Ninguna de las tres pidió ayuda, ninguna se resistió, ninguna hizo nada por impedir que ocurriera lo que fuera que esos chicos tuvieran planeado hacer.

Y para colmo hay un vídeo que este periodista ha podido ver y que por cuyo visionado me animo a arrojar más que dudas sobre la versión de las chicas. Una de ellas se grabó con su presunto agresor saliendo del local. La chica sonríe, bromea y le hace arrumacos a uno de los investigados. No, definitivamente no era la imagen del miedo.

Pero hay más. Las tres hermanas se marcharon cada una con uno de los investigados. Dos de ellas a la casa de los chicos. La otra se marchó a la casa que la chica usaba para vivir en Murcia mientras estudiaba para tener intimidad con el tercer hombre. La descripción hecha por los chicos de las relaciones mantenidas es de sexo completo y consentido. Las de ellas es de sexo violento ante el que intentaron poner resistencia, tanto física como verbal.

Los movimientos explicados por las tres mujeres en su declaración judicial deberían haber dejado marcas en sus cuerpos que los forenses no encontraron. Todo lo que los peritos vieron en sus anatomías se correspondía con una relación sexual no violenta. Pero pudieron errar, así que ¿cómo saber que no dicen la verdad? Porque hubo un testigo.

En la declaración del jueves las chicas juraron que gritaron y se negaron a tener sexo con sus presuntos agresores de manera evidente y sonora. Sin embargo, de lo que también se enteraron el jueves es de que en esa misma casa había otra persona, un compañero de piso que desde su habitación escuchó cómo los otros inquilinos y sus invitadas entraban, se divertían y reían sin que el percibiera ni un “help” que le ayudara a saber que había dos chicas siendo víctimas de agresiones sexuales bajo el mismo techo que él habitaba.

Acabadas las presuntas agresiones en ambas casas, los investigados y las denunciantes protagonizan un ritual jamás visto con anterioridad en este tipo de casos. Las chicas salían de viaje al día siguiente al parecer para pasar unos días por Europa aprovechando la visita a la hermana que estudiaba en Murcia. Así que los tres afganos se dispusieron a ayudarles a hacer sus maletas. Sí, de eso también hay vídeos que los propios jóvenes grabaron y en los que se aprecia cómo de forma risueña van culminando la fiesta de Año Nuevo llenando de ropa las mochilas y las trolley. Pero hay más

A primera hora de la mañana de Año Nuevo las cámaras de seguridad de la estación de autobuses de Murcia capta una imagen muy llamativa. ESdiario ha tenido acceso a los vídeos y pueden visionarse en este artículo. Las chicas llegan con los chicos y con sus maletas, van de la mano, se paran, se abrazan, se besan y se despiden. Horas después las chicas denunciaron haber sido violadas. ¿Cuál pudo ser el detonante?

Antes de eso conviene explicar que fuentes de la UFAM (Unidad de Atención a la Familia y la Mujer) del Cuerpo Nacional de Policía, reconocen tener serias dudas en este caso tanto por los informes forenses, las contradicciones así como por el extraño comportamiento de las denunciantes. Cuando los miembros de esta unidad llamaron a las chicas un día después de que estas denunciaran la presunta violación, ellas descolgaron el teléfono desde el aeropuerto de Alicante. “Salimos para Francia”, dijeron las hermanas a los policías.

Ese día ningún avión voló a Francia desde Alicante. Si que hubo un vuelo en el que las chicas embarcaron, pero fue a Austria. Solo ellas saben por qué no dijeron su destino real.

Así que sus declaraciones se han revelado mucho más que inexactas, eso sí, cada presunta mentira ha sido excusada por las chicas como errores del traductor o lagunas de memoria. La defensa de los acusados, ejercida por el letrado Melecio Castaño, cree que, en virtud de lo instruido hasta ahora, se encuentran ante una presunta falsa denuncia que está dispuesto a perseguir cuando se decrete el archivo de la causa contra sus clientes.

Así que el tiempo nos dirá si estamos ante una deleznable agresión sexual múltiple o ante una no menos denunciable denuncia falsa.