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Zarzuela aleja al Rey de la trifulca y mantiene abierta su línea con Moncloa

La Casa Real espera que Sánchez logre amainar la campaña de Podemos y evita interferencias con una agenda semanal que potencia su papel de embajador de España.

El Rey, este miércoles, en su último acto público: la audiencia al nuevo embajador de Paraguay.

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Ha sido este jueves el portavoz del PNV, desde la tribuna del Congreso de los Diputados, quien ha afeado a Felipe VI que guarde silencio tras el terremoto provocado por su ausencia este pasado viernes del acto de entrega de los despachos a los nuevos jueces en Barcelona y la posterior arremetida de los ministros de Podemos. Aitor Esteban ha optado por deslizar la vieja tesis de "quien calla otorga".

Nada más lejos de la intención del Jefe del Estado. Eso sí, tras la polémica generada por el presidente del Poder Judicial, Carlos Lesmes, haciendo pública la llamada privada del Rey, el equipo de colaboradores del monarca, que lidera Jaime Alfonsín, ha decidido alejar lo más posible al titular de la Corona de la aparatosa trifulca política. A la espera de que el temporal amaine visto lo visto este miércoles durante la sesión de control en el Congreso.

Varios actos públicos -programados de antemano y de marcado perfil diplomático-pero, de momento, ningún discurso vinculado a la política nacional. Zarzuela quiere rehuir el cuerpo a cuerpo con los de Pablo Iglesias y el resto de socios de Pedro Sánchez ante la cercanía del 12-O, día de la Fiesta Nacional, jornada marcada en rojo en el calendario institucional. Y también las filtraciones de los representantes de la sociedad civil o el empresariado a los que el Jefe del Estado suele recibir cada semana en palacio.

Desde el incendio desatado por el veto del Gobierno a la presencia del Rey en Barcelona, Zarzuela y Moncloa han mantenido abiertos sus habituales canales de comunicación. A un lado el citado Alfonsín, al otro la vicepresidenta Carmen Calvo, según ha podido saber ESdiario de fuentes conocedoras de estas conversaciones.

De Alfonsín surgió la idea de que un portavoz oficial se pusiera en contacto a media tarde del viernes pasado con los informadores que cubren habitualmente Casa Real para matizar que la llamada de Felipe VI a Lesmes había sido de "cortesía institucional" y en ningún caso suponía una interferencia contra el Ejecutivo.

De ahí, los asesores del Jefe del Estado decidieron diseñar una agenda blanda ad hoc con presencia del Rey pero sin discursos en público que sean incómodos o interpretables. Más aún tras la andanada de Alberto Garzón y sus acusaciones de falta de "neutralidad política".

Este jueves, el Rey tiene cita en Pontevedra en el marco del Foro La Toja Vínculo Atlántico en el que se reunirá con el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa.

24 horas antes presidió en el Palacio Real el acto protocolario de la recepción de cartas credenciales de los nuevos embajadores de Paraguay, El Salvador, Australia y Guinea Ecuatorial. Imágenes sí, pero palabras, ninguna. Y esta semana la otra salida del monarca ha sido el lunes en la presentación de la edición digital de las obras de Ortega y Gasset.

Tanto Zarzuela como Moncloa respiran aliviadas gracias a la suspensión de una cita que iba a suponer a buen seguro un bochorno para Pedro Sánchez. El tradicional desfile militar del 12-0 donde Sánchez ya recibió el pasado año un sonoro abucheo mientras Felipe VI se ganaba una ovación multitudinaria. La ministra de Defensa, Margarita Robles, anunció en julio la suspensión de este acto como consecuencia de la pandemia.

Una cancelación que evitará que se reavive un incendio que tanto desde la Casa Real como desde la Presidencia del Gobierno quieren extinguir lo antes posible.

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