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Iván Redondo fue quien elaboró y "escondió" las alertas de COVID desde enero

El propio jefe de campaña del presidente elaboró, gestionó y debió entregar a Sánchez los once informes de alerta que el Gobierno ignoró antes de que la epidemia se hiciera masiva.

Pedro Sánchez, junto a Carmen Calvo e Iván Redondo en julio

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Yolanda Lorenzo / Javier Rodríguez

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Iván Redondo, Director del Gabinete de Pedro Sánchez, fue la persona que elaboró, gestionó y escondió a la vez los once informes que, entre enero y marzo, alertaron al Gobierno de España de la gravedad de la pandemia, ignorados todos hasta que a mitad de marzo, celebrado ya el 8M, el presidente decretó el Estado de Alarma con el contagio ya extendido masivamente.

Que el PP haya pedido la comparecencia de Redondo y de la vicepresidenta Carmen Calvo no es casual: desde enero, mediante un decreto firmado por Sánchez, su jefe de campaña se convirtió también en el responsable del Departamento de Seguridad Nacional (DSM) y en secretario del Consejo de Seguridad Nacional.

Ese Departamento clave se modificó a comienzo de año con el Real Decreto 136/2020, de 27 de enero, para poner al frente al propio Director de Gabinete del presidente, que ha acumulado el mayor poder nunca visto en Moncloa por alguien que no ha sido elegido en las urnas. Pasó de responsabilizarse de las campañas electorales del PSOE, sin ser militante, a asumir más competencias e influencia que cualquiera de los vicepresidentes, pese a que su rango institucional es de Secretario de Estado.

Desde esa unidad se elaboraron y remitieron a Sánchez dos informes en enero, seis en febrero y tres en marzo que confirmaban lo que, no obstante, ya conocía el Gobierno de España por al menos cuatro vías: su propio Ministerio de Sanidad, la OMS, la Organización Médica Colegial y la propia Unión Europea.

Todos ellos encendieron la alerta de que lo que venía ocurriendo en China desde finales de 2019 saltaría a Europa y llegaría España. La gran novedad es que el mismo diagnóstico se hizo desde la oficina más vinculada a Sánchez, pese a lo cual no se adoptó ninguna decisión.

Se dio permiso a todos los eventos multitudinarios en España, de cualquier tipo, con la sensación de que así se sorteaba tener que suspender también el 8M, objeto de una disputa interna por abanderarlo entre Carmen Calvo e Irene Montero con la Ley de Libertad Sexual, presentada aquellos días por la Ministra de Igualdad y hoy paralizada, como trampolín de Podemos para monopolizar la causa.

Dos guerras internas

Paralelamente, se producía otro pulso interno entre el propio Redondo y la vicepresidenta Calvo, teórica responsable del primer "Gabinete de crisis" por el coronavirus creado en febrero, similar al creado por Rajoy en 2014 para encargarle a Soraya Sáenz de Santamaría la coordinación de los distintos Ministerios en la crisis del ébola.

Pero aquel Comité de Coordinación quedó sustituido, en la práctica, por el DSN de Iván Redondo, cuyas funciones quedan claras en la norma que regula su funcionamiento: "El DSN desarrolla funciones en el ámbito de la gestión de las situaciones de crisis. Mantiene y asegura el adecuado funcionamiento del Centro de Situación del Departamento de Seguridad Nacional para el ejercicio de las funciones de seguimiento y gestión de crisis".

Redondo y Calvo y Montero y Calvo vivieron luchas en aquellos días. Pero el presidente tuvo toda la información de la amenaza sanitaria

De que Sánchez recibió esos once informes ignorados, todos ellos destinados a tomar medidas preventivas a tiempo, da cuenta la misma ley, que deja muy claro que el destino de sus trabajos es, ante todo, el jefe del Ejecutivo al señalar expresamente esa misión:

"Las comunicaciones especiales de la Presidencia del Gobierno y asiste al Comité de Situación, que, bajo la presidencia de la Vicepresidenta del Gobierno busca mejorar la coordinación entre las distintas Administraciones Públicas, para favorecer la rapidez y flexibilidad en la respuesta a estas situaciones, objetivo para el que resulta necesaria su participación en ejercicios de gestión de crisis, que comporten la toma de decisión en el nivel político-estratégico".

Que Sánchez conoció con mucha antelación la dimensión del coronavirus es un hecho, aunque el relato del Ejecutivo desde entonces lo niega y justifica que nada era previsible. Las razones por las que decidió mirar para otro lado son una quimera, aunque no son difíciles de intuir: nada más pasar el 8M, la respuesta se activó. Pero ya era tarde.

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