El "impuestazo" que ultima Sánchez colocará España al borde de la quiebra
Los 9.000 millones más que quiere recaudar el Gobierno unido al dispendio con el gasto público colocan a España en la quiebra técnica y presagian un futuro muy negro.
Mientras el Gobierno de España ultima subidas generales de impuestos de entre 7.000 y hasta 9.000 millones en los Presupuestos que espera aprobar con sus socios habituales y sube el techo de gasto a niveles históricos con la recaudación hundida; Europa sigue el camino contrario. Sánchez e Iglesias han querido elevar el IVA al 21% en Educación y Sanidad, una medida confiscatoria e ideológica a la vez y, entre otras medidas, aumentar las cotizaciones de los autónomos o hasta a los refrescos.
El aumento del Impuesto de Sociedades o de la presión fiscal general con la excusa verde o ecológica por bandera, pronostica malos tiempos para las rentas de todo tipo: desde las desgravaciones por los planes de pensiones hasta, tal vez, el propio ahorro; todo está en la diana de un Gobierno al que no le salen las cuentas.
Pero que, a la vez, pretende sacar pecho con un supuesto escudo social que divide a la sociedad en dos bloques: los que pagan y los que reciben, con una brecha inquietante entre ambos que recuerda vagamente a la táctica chavista para eternizarse en las urnas.
Y con muchas trampas: este mismo jueves se convalidaron varios decretos sociales, que ya no incluirán, por ejemplo, la prohibición de cortar por impago justificado los suministros de luz, agua o gas. Ni tampoco la moratoria en el abono de las hipotecas.
El corolario de esa diferencia entre predicar y dar trigo lo ofrece la negativa gubernamental hasta a reducir el IVA de las mascarillas, situado en el 21%, pese a exigírselo hasta el Defensor del Pueblo. O la subida hasta esos niveles del tipo para los refrescos azucarados, que convertirán la coca coca casi en un artículo de lujo para muchos.
El Gobierno no baja el IVA de las mascarillas. Y no renovará moratorias para pagar la hipoteca o para no quedarte sin luz o gas
¿Pero queda otro remedio? ¿Hay alternativa a esa política económica, sustentada en mantener o elevar el gasto público, en pleno desplome de la recaudación, en lugar de contenerlo? La respuesta es afirmativa en ambos caso y Europa lo demuestra: Alemania anunció ayer reducciones fiscales para las rentas, incluso las altas. Y ya ha puesto una reducción de tres puntos del IVA.
Todos en otra dirección
Portugal, gobernada por la izquierda, está haciendo lo mismo: bajará el Impuesto de Sociedades a todas las empresas turísticas y, en general, a toda aquella que vea reducida su facturación un 40%. Y no tocará el IVA.
Francia y Bélgica también siguen ese camino. Macron se ha comprometido a congelar o bajar los impuestos, algo que hará su vecino belga igualmente: allí incluso reducirán el IVA al 6% a bares, cafeterías y hoteles, golpeados por la falta de turismo.
Pero hay más. Las otras dos grandes economías europeas, la británica y la italiana, van en la dirección opuesta a España. Italia ha anunciado ya una reducción histórica de impuestos, que de entrada beneficiará a los 16 millones de italianos con sueldos inferiores a 40.000 euros y prevé, a continuación, reducir el IRPF a todos.
Y en el Reino Unido se va a aplicar el IVA mínimo al sector turístico y de hostelería, entre otras medidas para intentar sostener el consumo y con ello la venta: es decir, la producción y el trabajo.
En España, se anuncia todo lo contrario: más impuestos a todo y a todos. Y, en cambio, un aumento del gasto público: a la Administración se le sube el techo, para que no le falte de nada, y a las familias y empresas se las aprieta al cinturón hasta asfixiarlas. Ya ocurrió en la anterior crisis y parece que no hemos aprendido nada.
Hace unos días, la ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, anunció que aumentaría el déficit de las Comunidades hasta el 2.2%, con una entrega a cuenta de 13.000 millones y unas transferencias totales de 105.000 millones.
Una performance rematada por el propio Pedro Sánchez presentando el plan "España puede", con el dinero europeo, en un acto ambientado por James Rhodes tocando el "Himno de la alegría" en plena catástrofe.
Una política basada en subir los impuestos, recortar los servicios y elevar el gasto público es simplemente suicida
Añádanle a eso que los Ayuntamientos podrán gastar lo que quieran, incluido un superávit que no es más un truco contable con una Administración endeudada hasta las cejas. E incorporen finalmente que el gasto total se quiere subir en otros 30.000 millones para alcanzar un techo de gasto total de 200.000 millones, el máximo de alegría financiera combinado con el mínimo en capacidad de ingreso,
Es decir, impuestos para el sector productivo; recortes de servicios para el ciudadano… y despilfarro en la Administración Pública, la única que no tiene pensado ajustarse en nada pese al desplome en la recaudación y la pavorosa crisis que vivimos y que va durar muchos años. Muchos.
El mundo al revés
Las transferencias europeas, que en el caso de España son de 140.000 millones para seis años y no llegan ni para cubrir un déficit anual cercano a los 160.000; se van a utilizar en otros países para no hacer recaer en las empresas y los trabajadores el esfuerzo económico. Aquí, para mantener un Estado insoportable que, cuando vienen curvas, no se priva de nada ni se reforma en nada y lo hace recaer todo en la sociedad.
Toda Europa, de izquierdas y derechas, adopta medidas distintas a las de España. Y quizá por eso en España el hundimiento del PIB, el incremento de la deuda y el déficit y la destrucción de empleo doblan a los del resto de la Unión.
Un último dato atestigua el drama: en agosto se cerraron en España 8.397 empresas. Y ya van 100.000 en lo que va de año. Vamos de cabeza al precipicio. Y en lugar de hacer reformas valientes, históricas; el Gobierno se dedica a husmear en unos bolsillos donde solo va a encontrar pelusas. Porque si ahora sube el IVA, mañana tocará el IRPF. Que equivale a intentar superar la resaca bebiendo más vino al día siguiente.