El precio de caminar
Aunque a veces se le olvide al "Gobierno de la gente", la Sanidad y la Educación, por muy privadas que sean, más que para ricos son para seres humanos. He aquí un caso real, el de Sagrario.
Pocas veces tenemos la oportunidad de comprobar hasta qué punto pueden llegar a ser dañinas las políticas de un gobierno que, más que dirigir un país, hace cosas por no aburrirse de cogerse tantas vacaciones. Y si algo bueno tiene esto de ser “influencer” es, sin duda alguna, la posibilidad que te brinda la gente de conocer de primera mano el impresionante destrozo social que puede suponer un gobierno que piensa tanto en la gente que al final siempre termina olvidándose de ella.
Hace poco conocíamos ojipláticos la determinación de este nuestro queridísimo Gobierno de subirles el IVA a la Sanidad y la Educación privadas que llevan exentas de dicho impuesto desde el momento de su creación en el año 1985. “¡Qué maravilla!”, dijo la izquierda. “¿Qué vamos a hacer?”, se preguntó Sagrario. Qué bien suena eso de subirles los impuestos a los ricos. Porque lo privado es, en algunos círculos, el sinónimo inequívoco de la riqueza más extraordinaria. Y cuánto mal hace el tratar este tema con tanta frivolidad cuando resulta que, lo que a unos no les parece más que un capricho, para otros es el último atisbo de esperanza.
Este es el caso de Sagrario, madre de dos mellizos que necesitan lo privado tanto como el comer. Ambos, aunque por circunstancias diferentes, tienen terapias casi todos los días de la semana. Terapias la totalidad de las cuales sus padres, ¡cómo no!, pagan de su bolsillo.
Ambos tienen 15 años. Enrique tiene TDAH (trastorno de déficit de atención con hiperactividad) y, modificando sus terapias, con apoyo escolar, psicología para los problemas de conducta y su medicación, sus padres han conseguido que a día de hoy “solo” necesite apoyo escolar tres veces por semana.
Rodolfo, sin embargo, jamás podrá aspirar a eso. Tiene parálisis cerebral con afectación del cerebelo, lo cual le supone un nivel de discapacidad del 75%, tanto física como intelectual. A día de hoy camina solo (aunque con muchas probabilidades de caerse) y se hace entender perfectamente (aunque habla con dificultad) gracias a las múltiples terapias que sus padres pudieron brindarle: fisioterapia, natación, hipoterapia y logopedia. Todas ellas de índole privada. Terapias que con la subida del IVA a la Sanidad y a la Educación privadas podrían pasar de muy caras a prohibitivas y poner en peligro la calidad de vida de un ser humano.
Porque, por mucho que a veces se le olvide al “Gobierno de la gente”, la Sanidad y la Educación, por muy privadas que sean, más que para ricos, son para seres humanos. Y si para el Estado el subirles el IVA puede suponer un ingreso más que dilapidar en asesores y repartir entre asociaciones afines, para niños como Enrique y Rodolfo ese será el precio de una vida digna.
¿Cuál es el precio de caminar, señor Sánchez? ¿Y por qué ha decidido hacerlo, pisando cabezas de los más desprotegidos?