Sánchez dio por vencido al virus sabiendo que los contagios seguían disparados
Dos datos demuestran que el presidente era consciente de la gravedad de la segunda ola del Covid mientras en público él presumía de haber ganado y negaba la vuelta al drama.
"Vienen meses muy duros". "España tenía en julio tres millones de contagiados". Son frases de Pedro Sánchez, en su comparecencia de este viernes en Moncloa, en las que anticipaba un futuro inmediato de sufrimiento que, sin embargo, negaba tajantemente hace escasas semanas. Y no precisamente por desconocimiento.
Su "lapsus" de confesar el número exacto de infectados que había ya en julio sirve para reconstruir la enésima falsedad del Gobierno en este asunto, que mezcla errores de bulto con decisiones contraproducentes y premeditadas, pues a pesar de tener todos los datos reales sobre la mesa, lanzaba mensajes tranquilizadores o incluso instigaba a relajar la tensión frente al virus. Ésta es la secuencia seguida.
El 4 de julio, en la campaña de las Elecciones en Galicia, Pedro Sánchez se vino muy arriba. Si en mayo y junio ya había mostrado su entusiasmo, anunciando que se había ganado la "batalla" al virus, aquel día en La Coruña fue más lejos que nunca.
Animó a la ciudadanía a vivir con alegría, restó importancia a los rebrotes, presumió de "tener controlada la pandemia" e instó a "no dejarse atenazar por el miedo". Un vídeo editado entonces, bien es cierto que por el PP pero con sus palabras exactas originales, recuerda su insólito discurso con la perspectiva de lo que ahora afirma.
Su tono de entusiasmo, de "moral de victoria" como repitió en incontables ocasiones y este viernes de nuevo, se prolongó todo el mes de julio hasta coronarse con dos imágenes de autohomenaje imborrables: regresó de Europa entre aplausos en Moncloa y vítores después en el Congreso, vanagloriándose de que, además de vencer al virus, había enmendado la crisis económica al lograr 140.000 millones de la UE. Y después de fue de vacaciones, primero a Lanzarote y luego a Doñana, por más tiempo incluso que el verano anterior, sin Covid.
Hoy, con el mayor número de contagios de toda Europa, aquellas palabras suenan siniestras, frívolas o, cuando menos, equivocadas. O algo peor: premeditadamente falsas, a tenor de los datos recabados por ESdiario que desmienten, por completo, que el rebrote desatado ya desde agosto y desbocado en octubre, haya sido una sorpresa.
La curva de contagios demuestra que Sanidad ya conocía un repunte abrumador mientras Sánchez animaba a salir a la calle y se iba él mismo de prolongadas vacaciones
Ese mismo día se había registrado ya el doble de contagios que apenas dos semanas antes, y la curva comenzó a subir de manera incesante y anormal mientras el Gobierno sacaba pecho y preparaba su largo periodo vacacional, con una estampida de ministros que parecía reflejar, como pocas cosas, el final del martirio de la epidemia.
En realidad, cuando Sánchez despidió julio entre aplausos y cogió el Falcon para irse al palacio regalado por Hussein de Jordania a Juan Carlos I, la transmisión ya estaba disparada y el Ministerio de Sanidad lo sabía: tenía todos los datos, y eran ya demoledores.
En concreto, los casos computados a 5 de agosto, cuando el presidente se marchó sin ningún problema a las Canarias, eran de 4.000 contagios diarios. Diez veces más que cuando compareció en La Coruña animando a todo el mundo a darse una alegría. Y no fue un dato excepcional.
La tasa de contagios que cada infectado podía provocar también estaba disparada a niveles de marzo mientras Sánchez organizaba sesiones de aplausos en Moncloa y el Congreso
Mientras se aplaudía e incluso Fernando Simón se marchaba a Portugal a hacer surf, la curva pandémica ya estaba desatada, con un crecimiento diario de casos detectados totalmente disparado: para hacerse una idea, basta con decir que el día en que Sánchez se ausentó de La Moncloa rumbo a la playa, los contagiados fueron casi idénticos a los del 31 de marzo, en pleno pico de la primera ola.
Aún hay más para evidenciar hasta qué punto el brote nunca pasó, en realidad, o el rebrote, si prefiere llamárselo así, nunca fue una sorpresa: el número reproductivo básico, que en resumen es la cifra que nos dice a cuántas personas puede contagiar un infectado, estuvo ya en julio a niveles de los peores días de marzo.
Por ejemplo, el 5 de julio, cuando Sánchez exhortaba a disfrutar de la calle, el baremo era ya de 1.20, el mismo que la última semana de marzo aproximadamente. Y cuando el presidente estaba ya a punto de concederse la célebre imagen de los aplausos, alcanzó un récord de 1.45 a mediados de julio.
Octubre negro
Dicho de otra forma, la transmisión que ahora hace acumular en España más del 10% de todos los casos registrados en Europa, era ya visible y conocida en Sanidad en las mismas fechas en que el mensaje del Gobierno era justo el opuesto.
Si en marzo Sánchez desoyó todas las alertas internacionales, contribuyendo decisivamente al contagio más masivo prolongado hasta que decretara el Estado de Alarma; este verano volvió a lo mismo: Y el resultado en octubre se parece de nuevo al de los peores tiempos de la pandemia.
Media España pide ya desde sus Gobiernos Autonómicos el Estado de Alarma; la otra medida adopta restricciones y, en ese sinvivir, Sánchez se comporta como si de nuevo el otoño trágico que se viene encima fuera un accidente imprevisto.