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Sánchez roza el éxtasis y ya se propone durar más que Rajoy, Zapatero y Aznar

La aprobación de los Presupuestos por amplia mayoría -188 síes- ha hecho levitar al Gobierno de coalición, que se ha hipotecado con el independentismo catalán y vasco como prestamistas.

Sánchez felicita a su ministra de Hacienda tras la votación.

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Pedro Sánchez culminó el ascenso a su particular Tourmalet con la aprobación de los Presupuestos de 2021. Y, a partir de ahora, a descender con el viento a favor hasta las elecciones de 2023. Salvo que decida adelantarlas por cuestiones estratégicas, y la única sería haber conseguido un triple: mantener al centro derecha dividido, a Podemos a raya con el 8% de la estimación de voto y que Vox siga alto en las encuestas.

Si no, agotará. También el PP lo da por hecho, e incluso agradece en petit comité tener tres años para centrarse en construir una alternativa sólida y en cincelar el liderazgo de Pablo Casado.

Presos de la euforia, algunos ya vaticinaban este jueves que habrá Sánchez para rato: no solo esta legislatura sino otra más, que en ésas está él. En España no hay limitación de mandatos para el presidente del Gobierno, aunque en el pasado hubo algunos intentos infructuosos de fijar un máximo de ocho años, un número al que no llegaron ni Mariano Rajoy ni José Luis Rodríguez Zapatero ni José María Aznar ni Adolfo Suárez. Felipe González, por contra, estuvo casi 14 años.

La cara de satisfacción de Sánchez y de toda la bancada del Ejecutivo era fiel reflejo del panel de votaciones: 188 votos a favor y 187 (los títulos se votaron por separado), una cifra que ni siquiera Mariano Rajoy alcanzó durante su mayoría absoluta.

Hay que remontarse a la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero para encontrar una cifra superior: en 2006 el entonces presidente del Gobierno obtuvo 193 votos para sus cuentas públicas. Eran los tiempos, aún, del bipartidismo.

Tras la votación, la euforia.

Las terminales de Moncloa y del PSOE se apresuraron a destacar no solo la cifra, sino la concurrencia de 11 partidos distintos. Entre los que se encuentra aquel con el que Sánchez prometió no pactar nada nunca, Bildu.

En apenas un año Sánchez ha logrado atraerse más de una veintena de votos, a costa de hipotecar su Presidencia con el independentismo catalán y vasco como prestamistas. El detalle de las cláusulas y los intereses solo las saben ellos, aunque algunas cosas han ido trascendiendo.

Sánchez ha hipotecado su Presidencia con el independentismo catalán y vasco como prestamistas

Entre ellas el 155 fiscal a la Comunidad de Madrid, el acercamientos de presos etarras, la supresión del castellano como lengua vehicular en Cataluña, inversiones millonarias, el desalojo del cuartel de Loyola en San Sebastián...

De la investidura a los Presupuestos

En enero, el socialista se las vio y se las deseó para lograr más síes que noes y conseguir ser investido presidente en segunda vuelta, con 167 votos y una balanza que decantó el único diputado de Teruel Existe. Y lo fue previo paso por la caja de ERC, con el que pactó la famosa mesa de diálogo bilateral Gobierno-Generalitat.

Entonces no consiguió arrancar de Esquerra y Bildu más que la abstención permisiva de sus 18 diputados (13 y 5, respectivamente). Esta vez esos 18 diputados han votado sí. A Sánchez le ha favorecido, incluso, el cisma de los postconvergentes de Junts per Catalunya, que en enero votaron no. Esta vez, los 4 de ellos que pertenecen al PDeCAT lo han hecho favorablemente.

Se mantienen inamovibles los síes -que ya lo fueron en la investidura- del PNV, Más País, Compromís, Teruel Existe y Nueva Canarias. Y se suma el Partido Regionalista de Cantabria. Por contra, el BNG se pasa al bloque del no.

En este último se mantienen el PP, Vox, UPN, Foro Asturias, Coalición Canaria y también Ciudadanos. Inés Arrimadas soñó con romper la dinámica de bloques pero finalmente se apeó de la negociación in extremis; o la apeó la presión de Pablo Iglesias. No obstante Cs está dispuesta a seguir , como contó ESdiario.

La parte socialista del Gobierno se había fijado estos Presupuestos como el punto de inflexión en el equilibrio de poder del Consejo de Ministros a partir del cual bajar los humos al vicepresidente de Derechos Sociales.

No obstante, internamente hay nuevas batallas en el horizonte. Por lo pronto, el nuevo CGPJ, del que Podemos sigue empeñado en formar parte. También los términos de la futura Ley de Vivienda en lo que se refiere a la limitación del precio de los alquileres. Por lo que respecta a la prohibición de los desahucios para familias vulnerables sin alternativa habitacional, el acuerdo sí parece encarrilado.

Cabe recordar que esto último provocó uno de los momentos más tensos de la negociación de Presupuestos cuando Unidas Podemos presentó una enmienda conjunta con ERC y Bildu a sus propias cuentas públicas. Que después retiró.

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