Un libro asegura que el abuelo de Pablo Iglesias firmó sentencias de muerte
La impactante investigación recorre la vida de Manuel Iglesias, primero como devoto de la represión republicana y finalmente como propagandista de Franco.
"En once meses, del 1 de mayo de 1938 al 28 de marzo de 1939, el tribunal presidido por Iglesias tuvo más de 1.000 actuaciones judiciales y 567 causas, de ellas 306 por deserción, 7 por muertes y otros delitos. Las condenas a muerte fueron, según García López, las que dice Iglesias en el juicio al terminar la guerra. La fuente es harto dudosa. Cuesta admitir que de 306 casos de deserción solo se condenara a muerte a una docena, incluso aplicando solo la legalidad y buscando toda clase de atenuantes".
El párrafo literal es de la nueva obra de Federico Jiménez Losantos, "La vuelta del comunismo", que dedica un capítulo a investigar sobre la vida y obra de Manuel Iglesias Ramírez, abuelo paterno del vicepresidente segundo del Gobierno y líder de Podemos, Pablo Iglesias.
Aunque este fragmento del libro ha pasado bastante desapercibido, pese al éxito editorial del lanzamiento, es uno de los más curiosos e impactantes al adentrarse en una figura poco conocida pero muy relevante, en la Guerra Civil, en el destino que tuvo en unos años clave de la contienda fraticida que enfrentó a media España con la otra entre 1936 y 1939.
Losantos no duda de que el abuelo de Iglesias firmara esas doce ejecuciones como responsable del Tribunal Permanente del IX Ejército, en Úbeda, sino que pone en entredicho esa cifra y considera que, con la actividad que tuvo, el número debió ser necesariamente mayor. Pero para que nadie discuta de que, en muchas o en pocas, lo cierto es que participó activamente en penas capitales, reconstruye otro pasaje documental:
"Su actuación como auditor en los tribunales militares de los VI y IX Cuerpos de Ejército, como secretario y presidente, con el grado final de capitán. En el último destino intervino en más de 650 causas, de ellas nueve con sentencias de pena de muerte", extracta.
Nada de ello le impidió, según el periodista, intentar deshacer su huella cuando vio el conflicto a punto de terminar con la derrota de aquellos a quienes había servido fielmente. "Manuel Iglesias Ramírez sería uno de los muchos que, con responsabilidades graves en el bando republicano (nada menos que presidente de un tribunal militar), vieron la guerra perdida y creyeron que una rápida rendición podía facilitar el perdón de Franco -que desde el principio había exigido la rendición incondicional- o condenas más leves", asegura en el best seller político del momento.
Y si durante la guerra, al menos según esta obra, el abuelo fue un ferviente republicano, al término de ello se transformó en un devoto franquista, como demuestra el extracto de la carta que le envió al ya proclamado Caudillo para ganarse su clemencia. Muy alejada de la imagen heroica de resistente que en alguna ocasión el líder de Podemos ha querido difundir de su abuelo:
"Eso, si, como Iglesias Turrión, se toma a Franco por Satanás. Es chocante que repetidamente diga que fue uno de los mayores asesinos del siglo XX, cuando al lado de los líderes comunistas -Lenin, Stalin, Mao- es muy poca cosa. Y, sobre todo, cuando conmutó la sentencia de muerte de su abuelo y bajo su régimen pudo prosperar, con toda la familia, gracias a la protección de los más duros del régimen, sus buenos amigos falangistas", relata.
Extracto de otra obra que explica la trayectoria del abuelo de Iglesias y su viraje hacia el franquismo
Y añade: "Cabe decir que, si la sentencia fue fruto de los franquistas "de abajo", su salvación fue obra de los franquistas "de arriba", que consiguieron que le llegara a Franco, entregada por su ministro Gamero del Castillo, la carta de petición de clemencia que le escribió Manuel Iglesias, el abuelo heroico. Esta es la transcripción que hace García López de algunas de sus frases":
1939, Año de la Victoria, por Dios, por España y por su Caudillo Franco.
Serenísimo señor y Príncipe de Santiago (...) quien como V. E. está por encima de códigos y leyes (...) genuino y glorioso salvador de nuestro país (...) volviendo por las viejas tradiciones gloriosas (...) en su corazón magnánimo de heredero insigne de las glorias de aquellos reyes y teólogos de nuestro Siglo de Oro (...).
Quiero colaborar con mi pobre persona en su Obra Eterna; no quiero morir por una causa antiespañola y, por ende, anticristiana, necesito, como Raimundo Lulio, lavar en el martirio por una causa santa y justa el delito de una juventud a la que se engañó miserablemente en la Universidad de Sevilla. (...) morir por una causa bella es alegre y digno, la vida es un acto de servicio y la vida religiosa es milicia, dijo nuestro San Ignacio, militar y español como V. E. (...) pero morir por algo tan torpe y miserable como fue la causa roja es una doble muerte, ineficaz y estéril. (...) engañado por esa serie de mercachifles, que, al servicio de sociedades secretas, forjaban nuestras almas prostituidas universidades".
Con esa catarata de "almíbar" profranquista, según Losantos, logró conmutar la pena de muerte por la perpetua, de la que también se libró en 1943 para empezar a trabajar en la Administración del Régimen, donde se especializó en escribir libros de propaganda para la Dictadura de los que Pablo Iglesias no dice nunca nada.
"El caso es que Franco firmó la conmutación de la pena de muerte por la de cadena perpetua el 11 de noviembre de 1939, y que el 19 de diciembre de 1943 Manuel abandonó la cárcel y emprendió, pese a sus antecedentes y gracias al apoyo de las más altas jerarquías del régimen, una carrera larga y fructífera en la administración franquista, desde la que elogió, ya sin necesidad, en nada menos que catorce libros de propaganda, tanto el valor social de su legislación laboral, como el factor religioso para la vida sexual", concluye el impactante capítulo.