Delgado provoca un nuevo cisma en la cúpula de la Fiscalía: "Profundo malestar"
Los cinco vocales de la asociación mayoritaria de la carrera expresan en público su protesta por la elección del nuevo número dos de la Fiscalía General. Por estas razones.
Poco ha durado la paz en la cúpula fiscal. La jefa de la Fiscalía, la exministra Dolores Delgado, ha vuelto ha provocar un cisma en la institución, por las formas en la que ha gestionado la elección de su nuevo número dos, para cubrir la vacante dejada por el histórico Luis Navajas, que se jubila.
Los cinco vocales de la Asociación de Fiscales -la mayoritaria en la carrera- que participaron este martes en el pleno del Consejo Fiscal han explicado este miércoles que se abstuvieron en la votación para elegir como nuevo teniente fiscal del Tribunal Supremo a Juan Ignacio Campos para mostrar su "profundo malestar" porque Delgado actuó "al margen" de ese órgano para proponerle.
En un comunicado, explican que se trataba de elegir la plaza más importante de la Carrera y que no en vano el teniente fiscal es quien asume la dirección de la Fiscalía del Tribunal Supremo y quien, a su vez, sustituye a la Fiscal General en los supuestos reglados.
Además, deslizan que se dio la circunstancia de que "días antes de que se acabara el plazo del concurso" apareció precisamente en los medios de comunicación como el elegido por Delgado. Campos, actualmente, lidera el equipo que investiga las tres diligencias abiertas en este departamento al Rey emérito.
Los vocales de la AF no discuten los méritos de Campos, pero insisten en que la elección del llamado a ser el número dos del Ministerio Fiscal "exige la búsqueda del máximo consenso por parte de quien ocupa la Fiscalía General entre los vocales del Consejo Fiscal en tanto órgano máximo de representación de la Carrera y de extracción netamente democrática".
Apuntan que el objetivo de ese consenso es "buscar una figura de referencia" entre los fiscales de Sala con más de tres años de antigüedad que destaque por sus profundos conocimientos técnicos, capacidad de liderazgo y reconocimiento, y con cinco años por delante para llevar a cabo un programa de actuación que suponga la modernización de la Fiscalía del Tribunal Supremo y el mantenimiento de estrechas relaciones con el Tribunal Supremo y todas sus Salas.