La jugada de Sánchez y Redondo que hundió a Arrimadas y al constitucionalismo
La "Operación Illa" ha prosperado al menos para debilitar como nunca al constitucionalismo: los cálculos de la "factoría Redondo" se han cumplido con terrible precisión.
Jugada redonda de Sánchez y Redondo. La enorme ha sido el "partido" más "votado" de Cataluña, con más de un 46% de los 5.6 millones de catalanes con derecho a voto que no lo han ejercido. Un tsunami sin precedentes y no del todo achacable a la pandemia: con una situación sanitaria similar, los comicios recientes en Estados Unidos lograron un récord histórico de participación.
"La jugada le ha salido redonda al PSOE", explican a ESdiario fuentes cercanas al cuartel general socialista, que descubren las claves de esa enorme abstención adentrándose en la letra pequeña: el voto constitucionalista se ha comido todas esas papeletas que nunca llegaron a las urnas, salvo en la porción necesaria para hacer ganar al PSC.
Los datos, efectivamente, son en ese sentido: el PSC ha conservado y mejorado los 600.000 votos que ya tuvo Miquel Iceta en 2017; pero valen mucho más al haber menos participación y, por tanto, dar para obtener los 33 diputados cosechados.
Las dos fuerzas hegemónicas del nacionalismo, ERC y Junts, también ha perdido apoyo en términos cuantitativos, pero de menor enjundia: las papeletas logradas por ambos mejoran en un escaño lo obtenido hace cuatro años, lo que unido al crecimiento de la CUP da un resultado conjunto sin precedentes: más del 50% de los votos y cuatro escaños más, para llegar a los 74, seis por encima de los necesarios para lograr la mayoría absoluta.
La hecatombe llega en el lado constitucionalista y refleja el acierto estratégico del PSOE en nombrar a Illa y la fortuna de que, pese a la emergencia sanitaria, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña mantuviera el 14F como fecha para celebrar las Elecciones.
La abstención ha sido un drama para las fuerzas constitucionales. un alivio para el PSC y poco relevante para el nacionalismo
Mientras el PSOE sacó todo el partido de sus votos y el nacionalismo también; el otro flanco se hundió en escaños y votos con estrépito y la única buena noticia de la potente irrupción de VOX, buena para los de Abascal pero irrelevante en ese flanco ideológico.
El hundimiento
El recuento es impactante: el millón largo de votos que le permitió a Ciudadanos ganar los comicios de 2017 se quedó en apenas 157.000, casi diez veces menos. Y el trasvase de ese millón perdido demuestra que, básicamente, fue a la abstención. Un desastre sin paliativos, sobre todo para Inés Arrimadas, que ha pasado de ganar hace un cuatrienio a acercarse a la desaparición.
Apenas 200.000 votos de esos acabó en VOX, lo que unido a la pérdida de 85.000 papeletas del PP y el reforzamiento del PSC, arroja una conclusión: todo lo que se quedó en casa fue voto constitucionalista.
La abstención castigó esta opción como a ninguna; ayudó a mejorar el rendimiento en escaños del PSOE y no perjudicó al nacionalismo. "Era el cálculo de Pedro Sánchez e Iván Redondo y lo han clavado", concluyen las mismas fuentes.