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Bruselas admite su preocupación por la deriva de España: "Nos miran con lupa"

Con Grecia instalada en la senda de la estabilidad del liberal Kyriakos Mitsotakis, e Italia ya en manos de Mario Dragui, todas las alertas en Europa comienzar a encenderse con Sánchez.

España y Bruselas no miran en la misma dirección.

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Tras 48 horas de indiferencia con las calles de Madrid y Barcelona ardiendo, el portavoz de la Comisión Europea Adalbert Jahnz ha salido este viernes a la palestra para condenar "la violencia de cualquier lado" e introducir un mensaje a España en el siempre cauto lenguaje diplomático: "Confiamos en las autoridades españolas a quienes corresponde regular el derecho a la libertad de expresión". Todo por el caso Hasel que también ha llegado hasta Bruselas.

La imagen del Gobierno en las instituciones europeas no pasa por su mejor momento. Cotiza claramente a la baja. "Nos están mirando con lupa", reconocen a ESdiario fuentes diplomáticas. Aún más, en privado, son varios los responsables comunitarios del gabinete que preside Úrsula Von der Layen que muestran su inquietud por lo que llega desde Madrid.

La gota que ha colmado el vaso ha sido la deriva populista de Podemos en apenas una semana: poner en cuestión el pago de la deuda con el BCE, poner en solfa que "la cuarta potencia del euro" sea una democracia normalizada, y alentar los disturbios callejeros desde el mismo Consejo de Ministros.

El "fantasma de Grecia" -en expresión de un funcionario de Exteriores destacado en el Parlamento Europeo- está aún muy presente en la mayoría de las capitales europeas. Y nadie olvida que el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es el responsable de gestionar el segundo mayor paquete de rescate activado por la Unión contra la crisis de la Covid. 140.000 millones por detrás de los 200.000 de Italia.

El problema para Sánchez, según explican las fuentes consultadas, es que llueve sobre mojado. Por que en Bruselas hay tres carpetas abiertas contra el Gobierno. La primera, por el asalto al Poder Judicial. La segunda, por el ataque de Podemos a los medios de comunicación y los planes de Moncloa. El llamado Ministerio de la Verdad ante el que Europa se plantó.

Y la tercera, la más antigua, la catalana. Europa vigila las amistades peligrosas de Carles Puigdemont con los nacionalistas flamencos y con Moscú, a los que Francia y Alemania miran muy de cerca.

Los antecedentes de la Grecia de Alexis Tsipras están más presentes que nunca en Bruselas.

Con Grecia en plena senda de la estabilidad bajo el gobierno del liberal Kyriakos Mitsotakis e Italia desde ahora en manos de Mario Draghi, el núcleo duro de la UE mira con recelo a España.

Preocupa un nuevo frente populista en un país clave y, pese a los mensajes de ortodoxia que no deja de transmitir la vicepresidenta Nadia Calviño, los informes que envían desde Madrid los embajadores de los principales socios europeos son cada día más preocupantes.

En juego no solamente hay esos 140.000 millones de euros que costaron "sangre, sudor y lágrimas" consensuar con los llamados países frugales. Es que en Bruselas, Pablo Iglesias comienza a recordar cada día más a Alexis Tsipras. Y como ironiza un diplomático con muchos años en la política comunitaria, la sombra de Yanis Varoufakis sigue provocando insomnio.

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