Sánchez arrastra al Rey a un acto de conmemoración del 23-F envenenado
Don Felipe está entre la espada y la pared. Si reivindica el papel de su padre, mal. Si no lo hace, peor. El PP, Vox, Cs y parte del PSOE se preguntan si era necesario someterlo a esto.
Más de 5.600 kilómetros en avión separan Madrid de Abu Dabi; la Carrera de San Jerónimo del lujoso Hotel Emirates Palace. Y, sin embargo, la atención del acto conmemorativo del 40 aniversario del 23-F que este martes se celebra en el Congreso estará allí.
Allí donde permanece exiliado desde hace casi siete meses y sin fecha de vuelta Juan Carlos I, el gran protagonista del fallido golpe de Estado liderado por Antonio Tejero en 1981.
A diferencia de lo que sucedió en el 30 aniversario, este martes será su hijo y no él quien hable antes las autoridades en un acto en la Cámara Baja que se ha convertido en una manzana envenenada para Felipe VI. Si reivindica la figura de su padre, el que evitó que la joven democracia española se fuera a pique, mal. Si no lo hace, peor.
Una de las imágenes que dejó el trigésimo aniversario del 23-F.
El Rey está, así pues, entre la espada y la pared,. Tal es así que desde las filas del PP, Vox, Ciudadanos y hasta dentro del PSOE se preguntan si realmente era necesario este acto. O, en el peor de los casos, si acaso no lleva una intencionalidad diametralmente opuesta a la que se supone que lleva.
¿Era necesario?
"No tiene ningún sentido someter al Rey a esto, salvo que el sentido sea precisamente ése, desgastar a Felipe y a la institución", reflexiona un diputado del PP con varias legislaturas a sus espaldas para quien el coronavirus habría sido suficiente argumento para evitar semejante trance.
Oficialmente ha sido la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, la que se ha empeñado en celebrar este cuadragésimo aniversario, para "mostrar la fortaleza de las instituciones democráticas" y "la vigencia de los valores de nuestra Constitución". Pero Batet no tomaría una decisión así si no viniera sugerida por La Moncloa.
Ella será la única que tome la palabra además de Don Felipe. Estarán presentes Pedro Sánchez, los presidentes del Senado, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo, los miembros de la Mesa del Congreso y los dos "padres" de la Constitución vivos, Miquel Roca y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón.
La papeleta que tiene delante el jefe del Estado es mayor porque a la ausencia del Rey emérito se sumará el plante de los portavoces parlamentarios de ERC, el PNV y Bildu. Al que se han sumado Junts, Compromís, la CUP y el BNG. Para Esquerra es un "acto de blanqueamiento".
Unidas Podemos estará representado en el Salón de Pasos Perdidos por el vicepresidente Pablo Iglesias y por su portavoz en el Congreso, Pablo Echenique. Este último se ha permitido aconsejarle al monarca que aproveche para condenar el franquismo y no se le ocurra hacer un "lavado de cara" a su padre. Después de semanas cuestionando la calidad de la democracia española.
Por si fuera poco, apenas abandonado Don Felipe el Congreso dará comienzo un pleno en el que se debatirá una proposición no de ley de ERC (sin ningún viso de prosperar) a favor de suprimir la inviolabilidad del Rey y el aforamiento de Juan Carlos I y otros miembros de la familia.
Hace 10 años este último fue el protagonista del 30 aniversario del 23-F, con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Congreso y José Bono presidiendo el Senado. Allí estaban, entre otros, Santiago Carrillo y Manuel Fraga, hoy fallecidos. Entonces nada hacía presagiar que el 40 aniversario iba a ser tan distinto.