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Irene Montero siembra la discordia entre el feminismo en su segundo 8M

Crece la contestación interna a la ministra de Igualdad por la Ley Trans y por los métodos de su Ministerio en general. No solo en el PSOE: también, y sobre todo, en Podemos.

Una mujer recoge una pancarta en Málaga.

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Ana Martín

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Un gesto vale más que mil palabras, y el de Irene Montero eligiendo a Daniela Santiago como voz del acto institucional por el Día de la Mujer fue de todo menos inocente. La ministra de Igualdad reclutó a la actriz de la serie Veneno en plena -y encarnizada- polémica en la izquierda por la Ley Trans, que justo el 8M alcanzó su punto álgido.

Así respondía la exvicesecretaria de Organización del PSOE Elena Valenciano al texto elegida por Santiago para tan señalada ocasión (obra de la feminista y escritora afroamericana Audre Lorde):

La polémica alcanzó su culmen por la publicación de dos manifiestos en contra del borrador propuesto por Igualdad, que aboga por la autodeterminación de género. Uno de ellos es de cargos y militantes de Izquierda Unida, otro salido de las mismísimas entrañas de Podemos: sus bases.

Ambos comparten la misma denuncia: la falta de debate, de reflexión, de consulta al movimiento feminista sobre lo que el manifiesto de IU denomina "ciertos postulados de corte regulacionista, neoliberal y de ideología de género". Y el de Podemos: "Se ha impuesto una posición única e inamovible sobre la Ley Trans que no es necesariamente coincidente con la de todo el partido ni con la de muchas de las mujeres al frente de las áreas de Feminismo(s) en los distintos territorios de nuestro país".

Así pues, además de la prohibición de concentraciones y manifestaciones en Madrid, el cisma provocado por la Ley Trans fue el otro gran protagonista de la jornada. Por más que Pedro Sánchez e Irene Montero intentaran disimular las grietas con un acto que, según fuentes de Presidencia, era además una forma de "compensar" a la titular de Igualdad.

Pedro Sánchez a su llegada al Ministerio de Igualdad este lunes.

De hecho horas antes de la cita en el Ministerio, Montero pidió al PSOE en RNE que "desbloquee" la Ley Trans, "porque la forma que tiene el Gobierno de debatir las iniciativas legislativas con la sociedad civil es precisamente su tramitación", sostuvo.

La vicepresidenta Carmen Calvo, por su parte, trató de aminorar el fuego: "Las feministas no estamos divididas porque sabemos cuál es nuestra agenda. Y ese asunto (en alusión a la Ley Trans le puede afectar por opinión a todo el mundo y claro que el movimiento feminista ha opinado".

Se trata de una cuestión de fondo, pero también de forma. Cada vez son más frecuentes las críticas a Montero por su "ensimismamiento", por contar y consultar únicamente con su equipo del Ministerio.

Mujeres como su jefa de Gabinete, Amanda Meyer; la secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, su gran amiga Noelia Vera; la directora del Instituto de las Mujeres, Beatriz Gimeno; la directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI y pareja de la anterior, Boti García; y la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Vicky Rosell, entre otras pocas más.

Pasó con el anteproyecto de la Ley de Libertad Sexual (la del solo sí es sí), a la que después el Ministerio de Justicia consiguió meter algo la pluma pero no en lo esencial (con el resultado del tremendo varapalo del CGPJ).

Pasó también con la Ley para la igualdad de las personas LGTBI y para la no discriminación por razón de orientación sexual, identidad de género, expresión de género o características sexuales, a la que el PSOE incluso ha presentado batalla en el Congreso con su propia proposición de ley. Y ahora con la Ley Trans.

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