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Pedro Sánchez intentará cavar la tumba política de Susana Díaz tras el 4-M

La "lideresa" en declive ha rechazado la presidencia del Senado y tentadoras embajadas. Pero aunque ella está dispuesta a resistir, Moncloa la quiere fuera del PSOE andaluz.

Pedro Sánchez y Susana Díaz, en la campaña de 2019

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Que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, quiere hacer un “traje a medida” a la líder del PSOE de Andalucía, Susana Díaz, es un secreto a voces y que ese traje se parece mucho a una mortaja, es casi una evidencia.

“Por las buenas o por las malas- asegura un dirigente socialista- pero Sánchez quiere a Susana fuera de la secretaría general del PSOE de Andalucía”.

La fórmula “por las buenas” tiene que ver, según aseguran fuentes del PSOE, con las ofertas que le han llegado a Susana Díaz, de parte del líder socialista a cambio de su renuncia a disputar la secretaría general del partido en Andalucía, en el próximo Congreso Regional, que, salvo sorpresa, se celebrará el próximo mes de diciembre, tras el Congreso Federal, programado para el mes de octubre.

Aseguran estas voces del “sanchismo” que Díaz ha rechazado la Presidencia del Senado que le ofrecía el presidente del Gobierno (aunque ese puesto no depende exclusivamente de la voluntad de Sánchez, como se demostró cuando trató de colocar en ese mismo lugar al hoy Ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, y sus socios parlamentarios de ERC le hicieron una sonora botifarra o, lo que es lo mismo, un buen corte de mangas).

Tampoco ha sido lo suficientemente atractiva para la lideresa andaluza una Embajada “chollo”, de esas a las que aspiran quienes tienen más ganas de estar cerquita de casa que de ver mundo, al estilo de Marruecos o Portugal.

“Para Susana Díaz -dice quien la conoce bien- es una cuestión personal”. Y añade esta misma fuente que nada la detendrá y que peleará contra viento y marea y, en concreto, contra la voluntad de Pedro Sánchez, para mantenerse al frente del PSOE-A.

Por ello, invocando el nombre de Sánchez y muy probablemente con su venia, el sanchismo andaluz ya ha iniciado el plan B o lo que entienden como ir “por las malas” contra Susana Díaz.

Pese a que las relaciones dentro del gobierno andaluz, entre PP y C´s gozan de buena salud y a que presidente y vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno y Juan Marín, respectivamente, hicieron pública su luna de miel, mientras sus compañeros de Murcia y Madrid se tiraban los platos a la cabeza, entre los fieles a Sánchez y, por tanto, infieles a Susana Díaz, han corrido la especie de que las elecciones andaluzas están al caer y que Moreno Bonilla va a recurrir al adelanto electoral de un momento a otro.

Díaz ha rechazado la Presidencia del Senado que le ofrecía Sánchez. Y embajadas "chollo" como Portugal

¿A qué viene ese curioso presagio? A que necesitan una excusa para pedir, como están pidiendo ya, la celebración de unas elecciones primarias que nombren a la cabeza de cartel socialista de inmediato. Su candidato (y, casualmente, el que Ferraz ve con muy buenos ojos) es el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y detrás de sus prisas pretenden ocultar sus verdaderas intenciones:

Conseguir derrotar en unas elecciones internas a Susana Díaz, con la ayuda del “primo de Zumosol” que vive en Ferraz, para que, de no cejar en su empeño en revalidar su cargo al frente del partido, llegue tocada de muerte (política, se entiende) al Congreso Regional, el próximo mes de diciembre.

El pulso

Susana Díaz, que se ha visto venir los sucesivos planes A,B,C y hasta la Z si los hubiere, recuerda que es la dirección regional quién convoca las primarias en tiempos de elecciones y recuenta sus apoyos dentro de los órganos de dirección andaluces, donde goza de un amplio respaldo de la mayoría de sus miembros.

Sin embargo, hay una excepción que confirma la regla de la convocatoria de primarias: la posibilidad de que sea la Ejecutiva Federal quien lo haga. Quizás por ello, tanto Espadas como Díaz andan recorriendo Andalucía y sus agrupaciones socialistas, haciendo como que “pasaban por allí…”, repartiendo sonrisas, abrazos y quién sabe si cargos futuros.

La última palabra la dirá el líder, Pedro Sánchez. Pero, según su entorno, no lo hará hasta después del 4-M, después de las elecciones madrileñas y teniendo en cuenta cómo pueda afectarle el resultado en sus futuras empresas.