Se masca humillación el 4-M en Ferraz: Gabilondo acaba pidiendo la hora
Mónica García va disparada a por él, mientras Pablo Iglesias se entretiene atando cordones sanitarios a Vox mientras pasa la mano por la espalda a Bildu. Y Díaz Ayuso, a lo suyo.
Isabel Díaz Ayuso continúa imparable. Aquellos desnortados que creyeron que embarrando la campaña iban a cortar el “efecto Ayuso” se han equivocado. Ahora, tratan de rectificar a toda prisa.
Lo que ahora mismo está en juego no es la victoria de la actual presidenta de Madrid, sino si acabará doblando a Ángel Gabilondo en número de diputados -si logra al final no ser “sorpassado” el candidato socialista por Mónica García de Más Madrid-.
Tic-tac, tic-tac… El cambio de ciclo político llega este 4-M. En La Moncloa, sus trackings, ya lo avisan. Pedro Sánchez, optimista por naturaleza, ve cómo le tiembla su suelo, hasta ahora muy estable ante la falta de alternativa. El PP sustituye al PSOE en el gusto de los ciudadanos, pero no sólo en Madrid. Los aires nuevos se extienden por toda España.
Sánchez ve cómo le tiembla su suelo, y no solo en Madrid
El seguidismo del sanchismo de los planteamientos rupturistas de Pablo Iglesias es el mejor acelerador de la reagrupación del centro derecha.
Marlaska, fuera de juego
La salida de tono del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha dejado a la mayor parte del mundo judicial con la boca abierta. Siempre fue un juez polémico. Cierto. Quiso ser el sustituto de Baltasar Garzón, una vez apartado éste de la carrera judicial, condenado por prevaricar. Pensó Marlaska que le tocaba a él ser el “juez estrella” español por derecho propio. Pero siempre se comportó como un magistrado cargado de profesionalidad.
Sin embargo, fue llamarle Pedro Sánchez para formar parte de su Gobierno “bonito”... y ya todo cambió. Desde entonces no ha hecho otra cosa que meterse en líos. Agitando, además, una soberbia incompatible con un cargo como el suyo, lo que le ha llevado a chocar con defensores del Estado como el coronel de la Guardia Civil Pérez de los Cobos, que rechazó cometer una ilegalidad cuando el ministro le exigió -¡por “obediencia debida”!- caer en ilícitos. Ha sido la propia Audiencia Nacional quien ha puesto esto de relieve.
Ver a todo un ministro de Interior dando mítines en esta campaña del 4-M es -llamémoslo- estridente. Lo de la directora general de la Guardia Civil ya es todo un do de pecho de lo que no es admisible. Pero, además, que Marlaska llame "organización criminal" al PP (recordemos: el partido que lo propuso para entrar en el Consejo General del Poder Judicial), para luego decir en el Senado que no lo había dicho, es una tacha imperdonable en alguien que, aunque ahora está en política, es un juez de carrera.
Un ministro en cuyas manos están puestas la seguridad y la libertad de todos los españoles no puede comportarse como un zascandil a quien lleven y traigan las vísceras en campaña electoral.
El “fascista” Ortega Lara
¿De verdad alguien en su sano juicio puede “comprar” que hay que aislar al fascismo, cuando el consejo viene de fuerzas políticas que han abrazado a Arnaldo Otegi convirtiéndolo en interlocutor privilegiado del Gobierno?
ETA mató, extorsionó y amedrentó en España durante años. No era un esquizofrénico que manda una navaja en un sobre poniendo la dirección en el remite. No. Era una organización terrorista que asesinó a casi mil personas que sólo defendían la libertad. Las balas no las metía en sobres, sino en las nucas de personas.
Pablo Iglesias durante un mitin en Getafe.
Pablo Iglesias ha presumido de sus relaciones con Otegi. Es un personaje que ha normalizado el terrorismo etarra considerándolo un fenómeno político.
Pues bien, el líder de Podemos llama ahora precisamente fascistas a personas como José Antonio Ortega Lara, que permaneció en un zulo 532 días secuestrado por terroristas de ETA. Y a políticos de Vox y PP que han vivido durante años marcados para ser asesinados en cuanto los terroristas encontrasen cualquier vía para hacerlo. Todo un despropósito. Toda una acción cargada de inmoralidad.
Que Iglesias, un estalinista probado, que ha “purgado” incluso a los amigos que le eran más cercanos por discrepar de su línea política, juegue a estas tonterías, entra dentro de su trastornada visión del mundo. Es el líder de una secta cuyos seguidores tardarán mucho tiempo en desengancharse del lavado de cerebro al que les han sometido. Pero, nadie lo olvide, la democracia es mucho más fuerte que esos partidos que en realidad, solamente, son “comecocos”.
Más Madrid sigue creciendo
Lógicamente. Los numeritos de Pablo Iglesias, que solamente le “compra” un desorientado PSOE que va como pollo sin cabeza por la campaña, tienen también el efecto de engordar a quien más odia el líder de Podemos.
En el para ESdiario, Más Madrid, propulsado por el “efecto debate”, ya dobla a los morados. Y, ojo, porque sigue recortando distancia a los socialistas de Ángel Gabilondo. Veremos lo que crecen hasta el martes los de Mónica García e Íñigo Errejón.
El atidemocrático “romper la campaña”
Los nervios en Podemos van en aumento. Todo un ex vicepresidente del Gobierno está jugando a algo tan “democrático” como “romper la campaña” porque le va mal. Pero, ni aun así consigue otra cosa que dejar más claro a “la gente” que ya no es el profesor universitario que prometía regeneración, sino, simplemente, se descubre como un matón nocturno que reparte amenazas a todo el que no opina igual. Es la viva imagen del amigo que si sales de fiesta, sabes que van a echar de la discoteca.
Sus ataques y señalamientos a periodistas como Ana Rosa Quintana le definen: un extremista cargado de rabia.