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Pablo Iglesias, el origen del incendio con Marruecos que tiene a Ceuta en vilo

El exvicepresidente quemó puentes con Rabat con desprecios públicos a sus objetivos en el Sáhara que ahora pasan factura.

Pablo Iglesias, en un reciente mitin

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Yolanda Lorenzo / Javier Rodríguez

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Pablo Iglesias ya no está en el Gobierno, pero la mecha que prendió con Marruecos ha derivado en el penúltimo incendio internacional para Pedro Sánchez. Cuando el presidente desempolvaba ya el Falcon para irse a Argentina y Costa Rica a hablar, entre otras cosas, de inmigración, le ha sorprendido un alud de ellos teledirigido desde Rabat con dirección a Ceuta.

Una de las dos ciudades españolas en el Norte de África sufrió una auténtica invasión de 5.000 personas espoleadas por Rabat que, según fuentes diplomáticas consultadas por ESdiario, puede no ser la última ni con ese único destino: “Melilla y las Canarias también están en el radar de Marruecos”, explican.

Todo ello viene del incendiario discurso de Iglesias y de la pasividad posterior de Pedro Sánchez. La llegada a España de Brahim Ghali, histórico dirigente del Frente Polisario visto en Marruecos como un burdo terrorista y ensalzada como un héroe por una parte de la izquierda española, la del pañuelo palestino que también denigra a Israel y calla con Hamás; ha colmado el vaso de la paciencia del Rey Mohamed VI.

Que no es un Jefe de Estado sobrado de ella y ya había montado en cólera cuando el vicepresidente segundo español lanzó cánticos en favor de un referéndum en el Sáhara justo cuando Rabat disfrutaba del reconocimiento de sus derechos en esa región expresado por los Estados Unidos.

“El Polisario acababa de declarar el estado de guerra, rompiendo una tregua vigente desde 1991, y en ese momento no se le ocurre a otra cosa a Podemos que ponerse de su parte”, explican las mismas fuentes a este periódico.

La relación entre las palabras de Iglesias y la reacción de Marruecos fue inmediata: ni los intentos de Moncloa de rebajar la tensión con Rabat, excluyendo al líder de Podemos de una cumbre ya convocada para un 17 de diciembre de 2020, evitaron que se suspendiera: un gesto infrecuente que, en términos diplomáticos, es más propia de la ruptura de relaciones que de una tensión pasajera.

Esa herida quedó. Y otro dato lo atestigua. El pasado febrero, la revista oficial del régimen marroquí, dependiente de la agencia oficial de noticias, señalaba sin ambages a Iglesias como gran responsable de la crisis ya duradera entre España y Marruecos: lo que publica BAB, nombre de la publicación, es lo más parecido a la palabra de Mohamed VI.

Marruecos ha aprovechado la torpeza de Iglesias par lanzar su ofensiva final en el Sáhara

La recepción de Brahim Ghali, cuyo pasado en el Polisario incluye sospechas fundadas de represalias en el propio movimiento, dio la excusa final a Rabat para abrir su frontera y generar un problema que no es inmigración "sino de soberanía nacional", como recalcan fuentes políticas y resume, casi implorando, el expresidente de la Ciudad Autónoma de Melilla y hoy senador del PP, Juan José Imbroda:

"La irresponsabilidad y desconocimiento del Gobierno de la Nación con las relaciones con Marruecos, no tienen parangón. Es muy grave lo que sucede en Ceuta y se podía haber evitado. Ahora tendrá que recomponerlas desde la debilidad", clama.

Pero hay otra razón detrás de todo esto que explicaría un aumento de la presión. Se la sugieren a ESdiario fuentes diplomáticas muy conocedoras de la política alahuita: se está presionando a España para que acepte la soberanía plena de Marruecos sobre el Sáhara impulsada por Donald Trump y, en especial, la porción saharaui cedida por los españoles a Mauritania en su día.

"Nuestra Cataluña"

"El plácet americano ha dado alas a la diplomacia marroquí, que no quiere dejar pasar la posibilidad de forzar un objetivo histórico. Para ellos, el Sáhara es como Cataluña para España y no entienden que Madrid no lo vea igual", concluyen.

En ese magma de intereses geopolíticos, con Marruecos desafiante hasta con Alemania, Iglesias fue una excusa y una cerilla a la vez. Y Rabat, que no da puntada sin hilo, no perdona una oportunidad tan caída del cielo.

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